El cáncer no es una enfermedad exclusiva de los humanos: afecta también a otras especies animales, desde los mamíferos hasta los dinosaurios. Pero no todas las especies lo enfrentan del mismo modo. Un reciente estudio realizado por investigadores del CONICET y la Universidad de Buenos Aires (UBA) revela que el cáncer es más prevalente y mortal en mamíferos que viven bajo altos niveles de competencia intraespecífica —es decir, entre individuos de la misma especie—, mientras que aquellos con comportamientos más cooperativos muestran menor incidencia de la enfermedad.
El trabajo, publicado en la prestigiosa revista Science Advances, fue liderado por Matías Blaustein, investigador del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (iB3, UBA). Su equipo se propuso analizar cómo las dinámicas sociales de los mamíferos pueden influir en la aparición y evolución del cáncer, un enfoque inusual que combina biología evolutiva, ecología y medicina comparada.
"Nuestro estudio no solo detectó que en las especies competitivas hay más cáncer y mortalidad por cáncer, sino que plantea la hipótesis de que el cáncer podría desempeñar un rol adaptativo positivo en estos grupos, actuando como un mecanismo de obsolescencia programada", explicó Blaustein. Este fenómeno, conocido como fenoptosis, sugiere que el cáncer podría contribuir a la renovación de las poblaciones al reducir la supervivencia de los individuos más viejos o menos reproductivos, favoreciendo así a los más jóvenes y vigorosos.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores combinaron análisis de grandes bases de datos biológicos con modelos matemáticos que simularon distintos escenarios de vida social en mamíferos. En total, el estudio abarcó información de más de 110.000 animales pertenecientes a 190 especies, lo que permitió establecer patrones robustos entre la competencia social y la prevalencia tumoral.
"Las simulaciones mostraron que en poblaciones cooperativas el cáncer es menos frecuente, mientras que en las competitivas puede tener incluso un efecto beneficioso al favorecer la renovación de individuos", detalló Catalina Sierra, primera autora del trabajo.
El equipo también exploró un fenómeno ecológico conocido como efecto hidra, que describe cómo el aumento de la mortalidad individual puede, paradójicamente, beneficiar a una población al estimular su crecimiento o renovación. "Este efecto había sido documentado en ecología, pero nunca se había vinculado al cáncer. Nuestro estudio une por primera vez estos conceptos, ofreciendo una mirada evolutiva sobre la enfermedad", añadió Blaustein.
Los científicos subrayan que, aunque la idea de que el cáncer pueda tener un rol adaptativo resulta provocadora, no implica que sea "beneficioso" en el sentido común del término. Más bien, revela que los mecanismos que determinan su aparición y persistencia podrían estar profundamente ligados a la forma en que las especies compiten, cooperan y evolucionan.
Este enfoque abre una línea de investigación novedosa en oncología comparada, al sugerir que estudiar especies naturalmente resistentes al cáncer —como elefantes o ballenas, que han desarrollado mecanismos moleculares protectores— podría ofrecer claves valiosas para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas.
"Comprender cómo la evolución ha moldeado la relación entre el cáncer y la estructura social de las especies puede ayudarnos a identificar patrones universales de resistencia o vulnerabilidad", concluyó Blaustein.
El trabajo del CONICET y la UBA no solo amplía el conocimiento sobre la biología del cáncer, sino que también invita a repensar su papel en la historia evolutiva de la vida: una enfermedad tan antigua como los animales mismos, moldeada por las fuerzas de la competencia y la cooperación.