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Docencia en el interior

Quebrada de Las Papas: dura travesía de dos maestros rurales para poder regresar a su hogares

Por la crecida de los ríos y el descenso abrupto de la temperatura, los docentes debieron ser rescatados por Bomberos Voluntarios de Fiambalá. Caminaron a pie por el lecho del río. Sufrieron principio de hipotermia.

13 Marzo de 2022 15.59

Ser docentes en el interior de nuestra provincia no es tarea fácil, sobre todo cuando el destino educativo no solo que es lejano sino que inaccesible. Historias de largas y penosas travesías se cuentan en las redes sociales por cientos y por caso una de las que más se conoce es la de aquellos que deben llegar hasta El Tolar, donde el camino sigue siendo una promesa. Ahora, este año, a ese largo listado se debe sumar la dura realidad de quienes deben enseñar en la localidad tinogasteña de Las Papas. Por la crecida de los ríos, por largos tres meses, el acceso a la localidad norteña es todo un desafío. Los pobladores, están acostumbrados a quedar aislados pero los maestros no pueden no dar clases. 

maestros rurales

Tal es el caso de los docentes que sobre finales de la semana pasada se preparaban para regresar desde esta localidad a sus hogares, cuando y por la crecida del río, se vieron imposibilitados de volver a cruzar. 

Ya llegar a la Escuela n° 38 había sido nuevamente toda una aventura, siempre poniendo en riesgo sus vidas y pertenencias. Según relata el medio fiambalense El Abaucán, los dos maestros deberieron ser rescatados por Bomberos Voluntarios de Fiambalá, quienes salieron a su encuentro el pasado viernes.  

Los docentes habían emprendido la vuelta a pié desde Las Papas hasta Punta del Agua, pues por la crecida del río, no podían usar vehículos propios y según se informó, estos viajaban desprovistos de abrigo por lo que se temía que pudieran llegar a la hipotermia debido a que la temperatura bajó abruptamente en poco tiempo como es costumbre en la zona. 

Rescate

El relato de uno de los docentes, pone en relieve lo duro y difícil que es llegar hasta la comunidad. Y con sus palabras tal vez se entienda porque decidieron regresar a pie. Según Pedro Morales es “un gran desafío poder llegar a Las Papas. Más precisamente a nuestro lugar de trabajo que es la Escuela n° 38. Está tremendo el río. Mucha agua. Si se te cae la moto no vas a tener en que viajar y aparte pierdes el sacrificio de varios años de trabajo. Gracias a Dios muchas veces nos llevan o nos traen los señores Jaime Caro o Argentino González. Gracias infinitas pero al llegar se respira pura felicidad”.

Los maestros que en esta ocasión se vieron imposibilitados de poder hacer el recorrido en algún medio de movilidad por las crecidas de los ríos, fue porque la huella que deben transitar es por la misma Quebrada por donde corren los caudales de los ríos Las Papas y Río Salado. Ellos normalmente deben cruzar el mismo torrente más de 70 veces hasta llegar a destino.

Este fin de semana el caudal fue más significativo y en su mayor parte, los dos docentes debieron hacer el trayecto a pie por dentro del agua que les llegaba más arriba de las rodillas. Se debe tener en cuenta las bajas temperaturas, las lloviznas aisladas y el riesgo de sufrir hipotermia por los cambios abruptos de temperatura. 

Luego de varias horas de viaje, caminando, exhaustos, con calambres y mucho frio fueron encontrados por la dotación de Bomberos Voluntarios en el paraje Aguas Negras, en donde fueron asistidos por los uniformados para luego emprender el regreso. 

Los sacrificados maestros rurales se encuentran en buen estado de salud general, con algunas dolencias y el cansancio del viaje. 

Las Papas

Las Papas es un poblado de 50 habitantes de 12 familias que aparece en el camino de cornisa como un caserío escondido en las entrañas de la tierra. Cuando se llega a la base de la cordillera San Buenaventura, a 2.678 metros de altura, el vecindario se abre en una calle de tierra con veredas elevadas y viviendas de ventanas simétricas.

Este pequeño pueblo donde los guanacos caminan entre la gente con vista a la inmensidad es el paso obligado para quienes escogen la expedición todoterreno hacia la reserva natural Campo de Piedra Pómez, un paisaje de otro planeta surgido de las erupciones volcánicas de hace 150.000 años.