En los últimos días, el escenario político nacional volvió a moverse con intensidad, y Catamarca quedó en el centro de las definiciones. La Libertad Avanza (LLA) quedó a pocos pasos de convertirse en la primera minoría de la Cámara de Diputados, un objetivo que depende casi exclusivamente de la decisión que adopte el gobernador Raúl Jalil, actor clave en las negociaciones con el presidente Javier Milei. Su postura podría modificar el equilibrio de fuerzas heredado de 2023 y profundizar la crisis interna del peronismo.

El acercamiento entre Jalil y sus pares Gustavo Sáenz (Salta), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Hugo Passalacqua (Misiones) y Rolando Figueroa (Neuquén) impulsó la formación de un nuevo espacio legislativo con raíz provincial. El armado no solo rompe con la estructura clásica del peronismo, sino que deja a LLA a cuatro diputados de alcanzar la primera minoría, posición estratégica para la discusión del Presupuesto 2026 y de las reformas laboral y tributaria.

Mientras tanto, el PJ enfrenta una fase más profunda de desgaste. La arquitectura que había logrado sostenerse durante la primera etapa del gobierno de Milei comenzó a deshilacharse, en medio de mandatarios alejados del kirchnerismo que buscan autonomía y se distancian del comando nacional del partido. En el bloque que aún conduce Germán Martínez ya dan por hecho la pérdida de volumen político y anticipan un escenario más incierto que el que dejó la derrota electoral.

El peronismo, además, transita un vacío de liderazgos. La figura de Cristina Kirchner, referencia histórica del espacio, no logró recomponer autoridad tras las elecciones ni después de la ratificación de su condena. Gobernadores, intendentes y legisladores reconocen que no surge un dirigente capaz de ordenar la estrategia en medio de la dispersión interna.

En la provincia de Buenos Aires, la tensión entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof volvió a quedar expuesta. El gobernador bonaerense no consiguió aprobar la Ley de Financiamiento y quedó sin margen para endeudarse. En su entorno apuntan a la falta de apoyo legislativo de La Cámpora y advierten que, si el proyecto no avanza en los próximos días, su proyección hacia 2027 podría verse afectada.

La reconfiguración del Congreso

La Cámara de Diputados se convirtió en el epicentro del reordenamiento. LLA avanzó sobre legisladores de espacios provinciales, sectores del PRO y un grupo de radicales, y encontró en los gobernadores peronistas no kirchneristas un canal decisivo. De esas conversaciones surgió el impulso para un bloque de identidad provincial, con intención de incidir en debates clave para las finanzas de cada distrito: obra pública, financiamiento y coparticipación.

La decisión más determinante recae en Catamarca. La eventual salida de los cuatro diputados que responden a Jalil modificaría de inmediato la correlación de fuerzas y colocaría a LLA como primera minoría. La presión creció en los últimos días: mientras gobernadores aliados y el oficialismo nacional empujan la ruptura, desde el peronismo intentan evitarla. En ambos sectores asumen que la movida del mandatario catamarqueño redefinirá el escenario.

Si el nuevo bloque provincial suma entre 15 y 20 diputados, se posicionará como tercera fuerza, con capacidad para reclamar lugares en la conducción de la Cámara y en comisiones clave. El movimiento también afecta a los espacios intermedios que intentaron ocupar ese lugar durante el último año legislativo.

En paralelo, el PRO y la UCR atraviesan sus propias turbulencias. El macrismo sufrió deserciones hacia el oficialismo, mientras que el radicalismo debate su representación y la conducción partidaria. Esa fragmentación favorece la estrategia de LLA, que capitaliza cada quiebre opositor como un avance en su poder parlamentario.

El Senado, también en movimiento

Aunque con menor velocidad, el Senado también experimenta cambios. La jura de nuevos senadores libertarios fortaleció al oficialismo en una cámara tradicionalmente dominada por el peronismo. Allí también comenzó a replicarse el esquema de bloques provinciales vinculados a mandatarios con agenda propia, mientras el PJ intenta contener una cohesión cada vez más difícil.

La UCR enfrenta discusiones internas por la conducción del Comité Nacional y por su rol en el próximo período parlamentario, definiciones que impactarán en la conformación de interbloques y en la relación con el Ejecutivo.

Una crisis que supera el plano legislativo

La crisis del peronismo excede la matemática parlamentaria. La pérdida de poder territorial, la falta de figuras nacionales competitivas y las tensiones por la conducción profundizan la fractura. El liderazgo de Cristina Kirchner vuelve a estar en debate: ya no logra ordenar a gobernadores que buscan un diálogo directo con Milei ni armonizar las diferencias entre las prioridades provinciales y las del kirchnerismo.

En ese contexto, la decisión de los gobernadores peronistas no alineados de avanzar en un bloque propio consolidó la idea de que el PJ difícilmente pueda sostenerse como espacio homogéneo. La discusión interna ya no gira en torno a si habrá rupturas, sino cuántas y de qué magnitud.

Para Milei, el escenario es favorable: la fragmentación opositora y el apoyo de mandatarios provinciales le permiten fortalecer su poder legislativo sin ceder espacios. En la Casa Rosada dan por hecho que la primera minoría está al alcance y que será clave para acelerar las reformas estructurales previstas antes de fin de año.