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Artículo de opinión

"Lo están matando lentamente en la cárcel. La historia de Konstantin Rudnev, que Argentina no tiene derecho a ignorar"

Rudnev
Rudnev

3 Diciembre de 2025 16.14

En la prisión de máxima seguridad de Rawson, el aire es pesado. No solo por el humo de veinte personas fumando en un mismo pabellón, sino también por la sensación de algo inminente: la destrucción lenta, fría y casi ritual de un hombre que nunca fue declarado culpable.

Konstantin Rudnev, 58 años. Lleva ocho meses tras las rejas sin condena, sin pruebas, sin víctimas, y ahora deberá permanecer allí cuatro meses más, hasta el 3 de abril. El juez prorrogó la detención preventiva como si se tratara de una formalidad y no de una vida humana que se consume ante nuestros ojos.

Pero la historia de Rudnev no es una formalidad. Es una alegoría de cómo el sistema puede aplastar a una persona cuando todos deciden mirar hacia otro lado.

"Se ahogaba por las noches. Yo escuchaba cómo luchaba por aire", dice uno de los internos

En la celda de Rawson no hay ventilación. El aire no entra, pero el miedo sí.

Un miedo que escuchan los demás internos cuando, por la noche, Konstantin se levanta de golpe, buscando con la boca un vacío que no le da oxígeno, como si sus pulmones ya no le pertenecieran del todo.

Fue diagnosticado antes de su detención con fibrosis pulmonar, una enfermedad que roba el aire milímetro a milímetro, día tras día. Pero en prisión todo se aceleró: los episodios de asfixia se volvieron más frecuentes, el pecho se le aprieta como si tuviera anillos de acero, los brazos se le entumecen y aparece sangre donde no debería.

Y todo esto ocurre sin tratamiento, sin estudios médicos, sin perspectivas de mejora.

"No entiende qué le dan. Le entregan pastillas sin explicaciones, solo con gestos", cuentan los médicos

Los doctores Luis Sarotto y Mariano Duarte no son personas vinculadas a la política. No escriben manifiestos ni hablan en mítines. Son simplemente médicos, y su lenguaje son los hechos.

Y los hechos suenan a sentencia:
su paciente está muriendo lentamente.

Enumeran todo lo que le ocurre:

— falta de aire progresiva,
— episodios de asfixia,
— dolores en el pecho,
— ataques de pánico,
— pérdida de sensibilidad en el brazo izquierdo,
— inflamación intestinal y sangrados,
— pérdida de memoria a corto plazo.

Y algo más, quizás lo más aterrador:

recibe medicamentos a ciegas.

Le administran fármacos fuertes para bajar la presión, que empeoraron drásticamente su estado —sin diagnóstico, sin explicaciones, sin instrucciones.

"Él no entiende por qué se lo dan".

Un hombre que no habla español recibe asistencia médica mediante gestos.
Gestos — en una prisión donde de ellos depende su vida.

"Él no rechazó el tratamiento. Eso es mentira", dice su esposa

La parte más absurda de esta historia es que jueces y fiscales aseguran que Rudnev habría rechazado la atención médica.

Es mentira.

Y es una mentira peligrosa.

El juez de Bariloche, Gustavo Zapata, rechazó la solicitud de la defensa para examinar a Konstantin Rudnev en una de las cuatro clínicas donde podría recibir el tratamiento necesario, basándose en ese supuesto "rechazo".
Los fiscales Tomás Labal y Gustavo Revora continúan manteniéndolo en una cárcel de máxima seguridad, en un caso sin víctimas, sin pruebas y sin lógica.

"Si no lo trasladan a un hospital, puede no sobrevivir estos meses", dice su esposa.

Su voz tiembla. No es histeria: es el cansancio de alguien que cada día espera una llamada que teme hasta el entumecimiento.

Las organizaciones internacionales ya respondieron. Argentina — todavía no

La Asociación Americana de Derechos Humanos y varias iniciativas regionales ya tomaron el caso Rudnev. Vieron lo que ocurre y lo llamaron por su nombre:

una amenaza a la vida provocada por el Estado.

Pero aquí, dentro del país, todo sigue en pausa.

El juicio — en pausa.

La fiscalía — en pausa.

El sistema — en pausa.

Solo su enfermedad sigue avanzando.

Este no es un texto político. Es una cuestión de humanidad

Konstantin Rudnev puede gustar o no.
Se puede discutir sobre sus ideas, sobre su pasado, sobre lo que sea.

Pero hay cosas que están por encima de cualquier debate:

Una persona bajo custodia tiene derecho a no morir.

Derecho a respirar.

Derecho a ser examinada.

Derecho a recibir tratamiento.

Ahora mismo Rudnev no tiene ese derecho.

Exigimos a las autoridades argentinas cumplir con su obligación:

trasladar a Konstantin Rudnev al hospital de inmediato

No es una petición, es una exigencia basada en:

— la Constitución,
— los convenios internacionales,
— el derecho a la vida,
— los informes médicos,
— la conciencia humana.


 

Debe ser trasladado inmediatamente:

o a un centro médico especializado,

o puesto bajo arresto domiciliario con supervisión médica.

Cada día de retraso es un día más en el que el oxígeno en su pecho se vuelve más escaso.

Cada día de retraso es un paso hacia el punto sin retorno.

Y entonces la pregunta ya no será:
"¿Por qué no lo trataron?"

Será otra:

"¿Por qué dejamos morir a una persona?"

Argentina aún puede elegir la respuesta.

Fuente de información

https://www.youtube.com/watch?v=bns-9hbw8DI https://cholilaonline.ar/2025/11/medicos-traslado-rudnev-salud-chubut.html https://enlineanoticias.com.ar/sociedad/carlos-broitman-apela-ante-la-justicia-argentina-por-el-caso-de-konstantin-rudnev/

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