Fue una noche histórica para el quarterback de Tampa Bay Bucaneers Tom Brady. No sólo porque obtuvo su séptimo anillo de campéon de la NFL, más que incluso cualquier franquicia de la liga, sino porque además a los 43 años fue seleccionado como MVP del Super Bowl por quinta vez en su carrera.
La actuación del mariscal de campo fue magistral, digna de ser mostrada en todas las academias de fútbol americano del mundo. Con tres pases para touchdown en 29 intentos (21 de ellos, completados) y sin intercepciones, el oriundo de San Mateo desmanteló a la defensa de Kansas City Chiefs, que nada pudieron hacer para frenarlo.
Como si esto fuera poco, demostró también que puede ganar fuera del sistema de New England Patriots, la franquicia con la que alzó seis veces el trofeo Vince Lombardi y a la que dejó después de 20 cómodos años bajo el mando del entrenador, Bill Belichick.
Jamás ha existido un quarterback tan dominante como lo es Brady, mucho menos a los 43 años de edad. Su camino se dirige directo al Salón de la Fama en Canton, Ohio. Pero antes, el mejor jugador de todos los tiempos parece tener sed de victoria, habiendo asegurado que le gusta la idea de jugar hasta los 45. ¿Lo logrará? Si alguien puede hacerlo, ese es Tom Brady.
Todavía queda hilo en el carretel del receptor de 31 años y su futuro seguramente esté atado al de Brady, quien a los 43 años todavía no da señales de querer detenerse, algo que ilusiona a los fanáticos de los Bucs de cara a la próxima temporada.