El "Mundo River" se vio sacudido este fin de semana por una noticia que el cuerpo técnico de Marcelo Gallardo esperaba con ansias. Luego de intensas negociaciones, se confirmó que Aníbal Moreno dejará el Palmeiras de Brasil para convertirse en el nuevo dueño del mediocampo "millonario". La transferencia, que se habría sellado en una cifra cercana a los 7 millones de dólares por la totalidad del pase, marca un punto de inflexión en la estrategia de refuerzos del club de cara a una temporada 2026 donde la obligación es volver a los primeros planos.
Desde su Catamarca natal, donde participó de un evento benéfico, el propio futbolista rompió el hermetismo. Si bien intentó mantener la cautela protocolar, sus palabras ante los medios locales fueron contundentes: "Mi representante sabe que hicimos lo mejor para mí, para mi familia y para mi futuro. Es la decisión correcta. Tengo muchas ganas de comenzar el año y me estoy preparando muy bien", declaró el volante confirmando que el acuerdo es un hecho.
La ingeniería de Gallardo para la reconstrucción
La llegada de Moreno no es un movimiento aislado. Se produce en el marco de una reestructuración profunda impulsada por Gallardo tras un 2025 esquivo, en el que River no logró los objetivos principales y debió conformarse con la clasificación a la Copa Sudamericana tras finalizar cuarto en la Tabla Anual. Con las salidas de referentes históricos de la talla de Enzo Pérez y Nacho Fernández, el mediocampo había quedado huérfano de esa mixtura entre despliegue físico y claridad conceptual que el "Muñeco" exige.
Bajo este esquema, la dirigencia de Núñez se movió con celeridad. A la reciente incorporación de Fausto Vera, se suma ahora Moreno para conformar un eje central de jerarquía internacional. Pero el ambicioso plan no se detiene allí: los rumores sobre una negociación por Santiago Ascacibar, flamante campeón con Estudiantes de La Plata, sugieren que River busca blindar la zona de gestación con nombres de peso propio.
Los números de un volante de elite
Aníbal Moreno llega a River en la plenitud de su carrera. Durante su última temporada en el Verdao, el mediocampista fue una pieza inamovible para Abel Ferreira, acumulando 3.090 minutos en 55 partidos oficiales. Si bien su aporte estadístico en ataque fue moderado (dos asistencias y ningún gol), su valor reside en el equilibrio: es un termómetro capaz de recuperar, distribuir y ocupar espacios, cualidades que lo llevaron a ser ídolo en Racing antes de su desembarco en el fútbol brasileño.
Con un historial que incluye 277 encuentros profesionales y pasos destacados por Newell's y la Academia, el catamarqueño entiende que River es la vidriera definitiva. Su mirada está puesta no solo en el Monumental, sino también en el radar de Lionel Scaloni. Con el Mundial 2026 en el horizonte, Moreno aspira a pelear un puesto en la Selección Argentina, aprovechando la búsqueda de variantes que el DT nacional viene realizando en el círculo central.
Un mercado de pases al rojo vivo
La llegada del ex Palmeiras es apenas una pieza del rompecabezas. River continúa activo en múltiples frentes para satisfacer las demandas de Gallardo:
Defensa: Tras las complicaciones por Román Vega y Julio Soler, el lateral izquierdo Elías Báez surge como la opción más concreta.
Ataque: La prioridad absoluta es Gianluca Prestianni, buscando ese desequilibrio individual que el equipo extrañó el año pasado. Como alternativa, aparece el nombre de Leo Fernández.
Ofensiva: Para la posición de centrodelantero, los cañones apuntan a Tadeo Allende, mientras que la joya de Godoy Cruz, Santino Andino, es seguida de cerca como una apuesta a futuro.
Con el arribo de Aníbal Moreno, River da un mensaje de autoridad: el 2026 será el año del retorno a la mística competitiva que definió la era más gloriosa del club bajo el mando de Gallardo.