Dormir es una de las prácticas más recomendadas por los especialistas en salud, pero como todo exceso, también puede tener efectos contraproducentes. En particular, las siestas prolongadas y frecuentes durante el día podrían estar relacionadas con diversas afecciones, entre ellas la demencia precoz, la hipertensión y los trastornos del sueño, según advierten diversos estudios internacionales.
Una investigación publicada en marzo de 2022 en la revista Alzheimer's and Dementia: The Journal of the Alzheimer's Association reveló que los adultos mayores que duermen siestas de más de una hora al día, o que lo hacen al menos una vez al día, tienen un 40% más de probabilidades de desarrollar Alzheimer, en comparación con quienes duermen menos tiempo o no duermen siestas.
Un segundo estudio, publicado en julio del mismo año, halló que las personas que dormían siestas de manera habitual tenían un 12% más de probabilidades de desarrollar hipertensión y un 24% más de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), en comparación con quienes no solían descansar durante el día.
El psicólogo clínico Michael Grandner, director de la Clínica de Medicina Conductual del Sueño del Centro Médico Banner-University de Tucson, explicó que dormir siestas no es perjudicial en sí, pero puede reflejar una mala calidad de sueño nocturno. "Dormir mal por la noche se asocia a una peor salud general, y las siestas no son suficientes para compensarlo", indicó.
En la misma línea, el doctor Raj Dasgupta, especialista en medicina del sueño y profesor en la Universidad del Sur de California, afirmó que las siestas excesivas pueden ser una señal de un trastorno subyacente. "Los trastornos del sueño aumentan el estrés y afectan hormonas relacionadas con el peso, lo que puede derivar en obesidad, hipertensión y diabetes tipo 2, todos factores de riesgo cardiovascular", explicó a CNN.
Sin embargo, no todas las siestas son perjudiciales. Un estudio conjunto del University College de Londres (UCL) y la Universidad de la República de Uruguay reveló que las siestas breves y regulares podrían estar asociadas a un mayor volumen cerebral, lo que se vincula a un menor riesgo de deterioro cognitivo.
Valentina Paz, autora principal del estudio, destacó que "dormir una siesta corta, de entre 5 y 15 minutos, a primera hora de la tarde puede ser beneficioso para quienes lo necesitan". La clave, advierten los especialistas, está en no abusar del descanso diurno y, sobre todo, prestar atención a las señales del cuerpo cuando las siestas se vuelven una necesidad constante.