Boca dio otro paso firme en un semestre que lo tiene en plena levantada. Después de lograr el triunfo en el Superclásico y avanzar en la Copa Libertadores, el equipo del "Sifón" volvió a cumplir un objetivo: quedarse con el primer lugar de su zona y asegurarse la localía en los playoffs. Una meta que, como varias en este tramo, llegó escalón por escalón.
Sin embargo, no fue un partido sencillo. Boca mostró actitud para plantarse en campo rival, pero le costó encontrar los caminos para quebrar a un Tigre ordenado, compacto y bien parado cerca de su arquero. La apuesta inicial de Úbeda de colocar a Ander en el medio y adelantar a Zeballos no terminó de funcionar: la abundancia de jugadores de buen pie generó circulación, pero faltó cambio de ritmo y desequilibrio individual. Los ataques terminaban en pelotas frontales o pases previsibles.
Tigre, por su parte, explotó bien los espacios que dejaba el local al adelantar sus líneas. Con movilidad en el medio y presencia en el ataque, generó la jugada más clara del primer tiempo: un remate de López que obligó a una atajada espectacular de Marchesín.
El resto del desarrollo fue casi todo de Boca, aunque sin traducirlo en peligro real. El encuentro pedía las características de un Zenón o un Brian Aguirre, pero finalmente no hizo falta. A pesar del 80% de posesión, el Xeneize insistió y acumuló aproximaciones. Una de las más claras llegó tras una maniobra de Zeballos que dejó a Paredes de frente al arco, pero Zenobio respondió bien.
El gol apareció en una pelota parada, nuevamente con Paredes como lanzador. Esta vez, el mérito fue del anticipo de Ayrton Costa, que ganó en el área y peinó la pelota al segundo palo para el 1-0.
El tanto modificó el partido. El Sifón ajustó el esquema, Cavani acompañó a Merentiel y Zeballos retrocedió unos metros para conectarse con Palacios y romper líneas. Tigre, que estaba obligado a ganar para meterse entre los ocho, sintió el golpe y quedó sin respuestas.
Boca manejó el cierre con solvencia y estiró la diferencia desde los doce pasos con Edinson Cavani, que se sumó a la fiesta y selló el 2-0 definitivo.
Mientras el Matador hace cuentas y depende de resultados ajenos, Boca disfruta su momento. Sin sobrarle demasiado, sigue encontrando soluciones y resultados. Un síntoma claro de que el equipo crece y compite cada vez mejor.