El papa León XIV generó un revuelo en el Vaticano al anunciar que se podrían revisar algunos de los casos de abuso más delicados. "Los abusos en la Iglesia no pueden meterse en un cajón", dijo el pontífice ante 192 obispos, un claro mensaje que muchos interpretaron como la reapertura del caso de Emanuela Orlandi, la joven desaparecida hace 42 años.
La declaración, difundida el viernes por la Santa Sede, revive el misterio de la desaparición de Orlandi, una ciudadana vaticana de 15 años que se perdió el 22 de junio de 1983 tras una clase de flauta. Su caso, uno de los mayores enigmas de la historia del Vaticano, empeoró con la desaparición de otra adolescente, Mirella Gregori, en la misma época y bajo circunstancias similares, de quien se habla mucho menos.
Un caso que el Papa Francisco había desestimado Las palabras de León XIV contrastan con la postura del papa Francisco, quien en una reunión con Pietro Orlandi, el hermano de Emanuela, le dijo que "su hermana estaba en el cielo". Pietro, un verdadero héroe que ha luchado por cuatro décadas para encontrar la verdad sobre lo que le sucedió, le respondió con incredulidad: "¿Y usted cómo lo sabe?".
Pietro, que hizo pública esta conversación, también reveló que el Papa Francisco supuestamente había pedido acceso al expediente secreto de su hermana. Sin embargo, el argentino nunca le dio una aclaración.
Nuevos testimonios que reavivan el escándalo El caso volvió a tener un giro inesperado recientemente, tras la aparición de un testimonio que da nuevos detalles sobre la desaparición de Orlandi. Giovanna Petracca, una oficial de la policía de Roma ya fallecida, interrogó en 2008 a Sabrina Minardi, una mujer que tuvo una relación sentimental con el jefe de la banda de la Magliana, Enrico de Pedis.
En esa declaración secreta, Petracca reveló que Minardi le confesó haber participado en el secuestro de la adolescente. De acuerdo con el testimonio de la oficial, Minardi afirmó que De Pedis había organizado el secuestro por orden del arzobispo Paul Marcinkus, jefe del banco del Vaticano en ese momento, quien era el principal contacto de la banda. Según el testimonio, la menor fue entregada a un sacerdote.
La declaración de la oficial Petracca, en la que asegura que Minardi le confesó que había llevado a la joven en un auto a una reunión con De Pedis y un sacerdote en el monte Gianícolo, cerca del Vaticano, ha desatado un nuevo escándalo en los medios. Sin embargo, la fragilidad psicológica y de salud que presentaba la testigo en el momento de su declaración, y que ella misma admitió, le resta credibilidad. Cabe destacar que la comisión bicameral nunca llegó a interrogar a Minardi, quien también falleció.
Estas revelaciones, sumadas a las palabras del Papa León XIV, han reabierto el debate y la esperanza de que la verdad sobre uno de los mayores misterios del Vaticano finalmente salga a la luz.