Operación Lanza del Sur: EEUU destruyó otra lancha con drogas en el Pacífico
El ataque, ordenado por el secretario de Defensa Pete Hegseth y ejecutado en aguas internacionales, dejó tres presuntos narcoterroristas muertos. Washington refuerza su despliegue militar en el Caribe mientras crecen las tensiones regionales, especialmente con Venezuela y Colombia.

Las fuerzas armadas de Estados Unidos confirmaron este domingo la destrucción de una nueva embarcación dedicada al tráfico de drogas en el Pacífico oriental, una operación que dejó un saldo de tres presuntos narcoterroristas muertos y que se inscribe dentro del creciente despliegue militar de Washington contra organizaciones criminales transnacionales.

El ataque ocurrió el sábado 15 de noviembre en aguas internacionales y fue ejecutado bajo órdenes directas del secretario de Defensa, Pete Hegseth. La acción forma parte de la Operación Lanza del Sur, una campaña militar activa desde septiembre en el Caribe y el océano Pacífico que cuenta con directivas del presidente Donald Trump para intensificar la ofensiva contra redes criminales vinculadas al narcotráfico y catalogadas como organizaciones terroristas por el gobierno estadounidense.

Según un comunicado difundido por el Comando Sur (Southcom), la Fuerza de Tarea Conjunta Lanza del Sur llevó adelante "un ataque cinético letal contra un buque operado por una organización terrorista", mientras transportaba estupefacientes a través de una de las rutas marítimas más utilizadas por el tráfico internacional de drogas. El reporte oficial detalló que los tres hombres que iban a bordo murieron durante la intervención y que la embarcación fue completamente neutralizada.

La operación forma parte de una estrategia sostenida cuyo alcance creció en los últimos dos meses. Desde el lanzamiento de la ofensiva, más de veinte embarcaciones consideradas parte del engranaje logístico del narcotráfico fueron destruidas tanto en el Caribe como en el Pacífico. Las autoridades estadounidenses estiman que en este período han sido abatidas más de 70 personas vinculadas a estas organizaciones durante distintas operaciones en altamar.

En paralelo al anuncio del ataque, Estados Unidos reforzó su presencia naval en la región con la llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford al mar Caribe. Se trata del buque más grande y tecnológicamente avanzado de la flota estadounidense. El grupo de combate que lo acompaña incluye destructores equipados con misiles guiados, buques logísticos y una dotación aérea especializada para operaciones de patrullaje, interdicción y ataque.

Desde Washington aseguran que este despliegue responde a la necesidad de "desmantelar organizaciones criminales transnacionales y contrarrestar el narcoterrorismo en defensa del país". Sin embargo, la presencia militar estadounidense generó inquietud en gobiernos de la región y profundizó tensiones diplomáticas preexistentes.

El régimen de Nicolás Maduro, que mantiene una relación abiertamente confrontativa con Washington, calificó el incremento de operaciones conjuntas como una "amenaza explícita" contra su soberanía. También cuestionó los ejercicios realizados recientemente entre fuerzas estadounidenses y tropas de Trinidad y Tobago, país ubicado a escasos kilómetros del litoral venezolano. Estados Unidos, que no reconoce la legitimidad de Maduro, mantiene activa una recompensa de 50 millones de dólares por información que permita su captura bajo acusaciones de liderar una estructura vinculada al narcotráfico.

El propio presidente Trump volvió a referirse a la situación venezolana al destacar los "avances" en la estrategia militar para contener el flujo de drogas supuestamente respaldado por el régimen chavista. "He tomado una decisión al respecto, aunque no puedo decir cuál es todavía", afirmó el mandatario, quien anteriormente calificó como "inevitable" la salida de Maduro, aunque sin confirmar si contempla una intervención directa en territorio venezolano.

Colombia, por su parte, expresó preocupación ante el incremento de incursiones de patrullaje en su entorno marítimo, mientras en otros países de la región crecen las alertas frente a la posibilidad de una escalada militar que alcance objetivos en tierra firme.

En este escenario, la Operación Lanza del Sur se consolida como uno de los despliegues más extensos de Estados Unidos en el hemisferio en los últimos años. Mientras continúan las intervenciones en altamar y el refuerzo de la flota en el Caribe, el debate sobre la legitimidad, eficacia y consecuencias regionales de estas acciones militares unilaterales sigue abierto y sin señales de disminuir en el corto plazo.