El Ministerio de Cultura de Perú anunció una significativa reducción del área protegida de las Líneas de Nazca: 2.397 kilómetros cuadrados menos. A pesar de la polémica, la cartera aseguró que el recorte no afecta los sectores reconocidos como Patrimonio Mundial por la UNESCO ni sus zonas de amortiguamiento.
La medida fue informada el pasado viernes durante una sesión de la comisión legislativa de Cultura en la región de Ica, al sur de Lima. Allí, el ministro Fabricio Valencia explicó que la reserva arqueológica, delimitada originalmente en 2004 con una extensión de aproximadamente 5.600 km², fue revisada tras dos décadas de estudios. El nuevo perímetro se establece en 3.235,94 km², según una reciente resolución viceministerial.
Valencia afirmó que en el área excluida podrán desarrollarse nuevas actividades, algunas de las cuales requerirán autorización previa del Ministerio. No obstante, no se ofrecieron detalles sobre qué tipo de actividades estarían permitidas ni los criterios de evaluación.
Falta de explicaciones y antecedentes preocupantes
La resolución oficial no especifica los motivos de la reducción, lo que ha generado cuestionamientos. La congresista Ruth Luque, del partido Juntos por el Perú, exigió al ministro que aclare las razones del recorte. La preocupación crece considerando los antecedentes: en años anteriores, se documentaron invasiones ilegales en la zona por parte de mineros artesanales y actividades extractivas no autorizadas.
En 2014, el Ministerio de Cultura reportó diez procesos penales por ocupaciones ilegales de sitios arqueológicos. Al año siguiente, el gobierno destruyó maquinaria de minería ilegal por un valor estimado en 400.000 dólares dentro de la zona protegida.
El arqueólogo Johny Isla, responsable del patrimonio cultural de Nazca, había advertido en 2016 que la vigilancia del área era insuficiente debido a la escasez de recursos y personal. Incluso, partes de antiguos cementerios preincaicos fueron afectadas por la apertura de caminos hacia campamentos mineros.
Un legado milenario bajo presión
Las Líneas de Nazca, ubicadas en el árido desierto costero del Pacífico, al sur de Lima, son uno de los patrimonios arqueológicos más enigmáticos del mundo. Conformadas por más de 300 geoglifos de figuras humanas, animales, vegetales y formas geométricas, algunas alcanzan los 270 metros de largo.
Fueron descubiertas en 1927 por el arqueólogo peruano Toribio Mejía y atribuidas a la cultura Nazca, que floreció desde al menos 500 años a.C. A lo largo del tiempo, investigadores han planteado diversas hipótesis sobre su significado: desde calendarios astronómicos hasta sistemas rituales relacionados con el agua, en una región caracterizada por la escasez hídrica.
Hoy, las líneas son también un atractivo turístico de primer orden. Cada año, miles de visitantes sobrevuelan la zona en avionetas para contemplarlas, aunque estos vuelos no están exentos de riesgos y ya se han registrado varios accidentes.
La reducción de la reserva reabre el debate sobre la conservación del patrimonio en el Perú y la fragilidad de estos tesoros arqueológicos frente a intereses económicos y falta de control estatal.