Un piloto murió después de comer una hamburguesa: el impactante motivo
Un hombre de 47 años falleció en Nueva Jersey luego de sufrir una reacción alérgica severa desencadenada por una picadura de garrapata. Investigadores confirmaron que se trató del síndrome alfa-gal, una condición que crece de manera acelerada en Estados Unidos.

La muerte de un piloto de 47 años, vecino del estado de Nueva Jersey, abrió un profundo debate en la comunidad científica estadounidense luego de que una investigación universitaria confirmara que el hombre falleció por una reacción alérgica provocada por el consumo de carne roja. El caso, que se remonta a septiembre de 2024, fue oficialmente atribuido al síndrome alfa-gal, una condición vinculada a la picadura de la garrapata Estrella Solitaria y que se expande con rapidez en varias regiones de Estados Unidos.

De acuerdo con los registros médicos, se trata de la primera muerte documentada en el mundo causada directamente por esta alergia, que aparece horas después de ingerir carne roja o productos lácteos con alto contenido graso. El piloto había participado de un asado familiar donde comió una hamburguesa. Cuatro horas después comenzó a sentirse mal, aunque continuó realizando actividades domésticas. Cerca de las 19.30, su hijo lo encontró inconsciente en el baño, rodeado de vómito. La autopsia inicial no reveló infartos ni anomalías cardíacas o respiratorias, lo que durante semanas mantuvo el caso en un estado de incertidumbre.

Sin embargo, la historia tenía un antecedente clave que pasaría inadvertido para la familia y para los médicos. Dos semanas antes del episodio fatal, el hombre había sufrido una descompensación severa después de cenar un bife en un campamento familiar. Se despertó de madrugada con vómitos, diarrea y un dolor abdominal tan intenso que llegó a decirle a su hijo que "pensó que iba a morir". Pese a la gravedad del cuadro, ni él ni su esposa sospecharon una reacción alérgica. Nunca consultaron a un especialista y vincularon el malestar a un posible cuadro viral o a una intoxicación alimentaria.

"Lo trágico es que nadie interpretó ese episodio como una anafilaxia, y por eso no lo relacionaron con la carne", explicó Thomas Platts-Mills, alergista de la Universidad de Virginia y uno de los primeros científicos en identificar y estudiar el síndrome alfa-gal. El caso llegó a sus manos gracias a la pediatra Erin McFeely, amiga de la familia, quien tras conversar con la viuda del piloto sospechó una conexión con esta condición aún poco conocida.

 

Un análisis de sangre realizado meses después terminó de resolver el misterio. El nivel de anticuerpos anti-alfa-gal del piloto alcanzaba un valor de 2000, una cifra que, según Platts-Mills, "solo se observa en casos fatales de anafilaxia". Para dimensionar el número, el récord entre pacientes que sobrevivieron es de 100. El estudio también detectó anticuerpos específicos contra el azúcar alfa-gal, presente en la sangre de animales como vacas, ciervos, cabras y cerdos, y que puede llegar al organismo humano a través de la picadura de garrapatas que previamente se alimentaron de ellos.

El síndrome alfa-gal se ha convertido en un problema creciente en Estados Unidos, especialmente en el noreste, el sur y el medio oeste. La garrapata Estrella Solitaria, vector principal de esta condición, ha expandido su territorio en las últimas décadas, un fenómeno que los expertos atribuyen en parte al cambio climático y a inviernos cada vez más cálidos. Ya se registran casos en estados donde hasta hace pocos años no había presencia del insecto, como Washington y Maine.

Los síntomas suelen aparecer entre tres y seis horas después de consumir carne roja o lácteos con alto contenido graso, lo que dificulta el diagnóstico. Incluyen náuseas, dolor abdominal, diarrea, urticaria, mareos y, en casos severos, dificultad respiratoria. El riesgo aumenta significativamente si la persona consume alcohol o realiza ejercicio tras la ingesta, un factor que estuvo presente en el caso del piloto, quien había tomado cerveza y realizado actividad física ese día.

A pesar de su avance, la condición continúa siendo subdiagnosticada. Un estudio publicado en 2023 reveló que el 42% de los médicos estadounidenses nunca había oído hablar del síndrome, mientras que el 35% no se sentía capacitado para detectarlo o tratarlo. Para los especialistas, la clave está en la prevención: evitar picaduras, identificar síntomas y consultar ante episodios repetidos después de consumir carne roja.

La única noticia alentadora es que, según los investigadores, la alergia podría no ser permanente. "Si la persona evita nuevas picaduras, muchas veces la sensibilidad disminuye y puede desaparecer entre los tres y cinco años", explicó Scott Commins, especialista en alergias de la Universidad de Carolina del Norte.