A un año de la detención del gendarme argentino Nahuel Agustín Gallo en Venezuela, un testimonio directo volvió a poner en primer plano la situación de los presos extranjeros en cárceles de máxima seguridad del régimen de Nicolás Maduro. Edwin Iván Colmenares, abogado colombiano y ex compañero de celda de Gallo, relató en detalle las condiciones inhumanas de detención que ambos padecieron en El Rodeo 1, una de las prisiones más duras del país.
Colmenares compartió casi un año de encierro con el gendarme argentino. Según explicó, conoció a Gallo dentro de la cárcel, luego de haber sido detenido en noviembre de 2024, apenas un mes antes que él. Al igual que Gallo, fue acusado de terrorismo y de intentar desestabilizar al gobierno venezolano, sin acceso a un abogado defensor ni respeto alguno por las garantías procesales básicas.
De acuerdo con su testimonio, ambos llegaron a Venezuela por razones geográficas y de conectividad: cruzar parte del territorio venezolano resultaba más sencillo que hacerlo por caminos internos en sus países de origen. Sin embargo, ese tránsito derivó en una detención que Colmenares calificó como ilegal y arbitraria.
"El Rodeo no es un lugar agradable", resumió el abogado colombiano en diálogo con DNews. Los detenidos pasaban 23 horas al día encerrados en celdas de apenas dos por cuatro metros. Solo se les permitía salir durante unos minutos diarios, sin acceso real al sol. En ese espacio reducido debían comer, bañarse y hacer sus necesidades, sin intimidad y con severas carencias de higiene.
La falta de estímulos y de contacto con el exterior agravaba el deterioro emocional. No se les permitía tener libros, radio, televisión ni juegos de mesa. "Matar las horas se vuelve una tarea enloquecedora. El daño no es solo físico, sino psicológico", afirmó Colmenares. Para sobrellevar el encierro, él y Gallo pidieron compartir la celda y lograron construir una pequeña rutina: armaban muñecos con materiales improvisados y aprendieron a jugar al ajedrez.
Sin embargo, la fortaleza mental tenía límites. "Su disciplina y su entrenamiento lo ayudaron a ser resiliente, pero eso no quiere decir que estuviera bien. Ponía una coraza hacia afuera, pero por dentro estaba totalmente deshecho", relató. Según recordó, el gendarme atravesó episodios de ansiedad, estrés extremo y crisis emocionales vinculadas al aislamiento y a la imposibilidad de comunicarse con su familia.
Las condiciones sanitarias eran otro factor crítico. Colmenares aseguró que los detenidos "vivían enfermos de diarrea" debido a la falta de higiene y el hacinamiento. Solo recibían atención médica si su estado era grave. "Yo creo que teníamos heces fecales en toda la celda porque ahí nos bañábamos, hacíamos nuestras necesidades y orinábamos todo el día", describió. Cuando las cañerías se tapaban, ellos mismos debían limpiar, sin los elementos adecuados.
El relato también incluyó la existencia de celdas de castigo. "Si hacías algo que no les gustaba a los guardias, te sacaban desnudo, te esposaban, te encapuchaban y te dejaban 24 horas en aislamiento total", recordó el abogado, quien destacó el carácter humillante y disciplinador de ese régimen.
Entre tanta dureza, uno de los pocos momentos de alivio fue el fútbol. "Una vez pasaron un partido entre Colombia y Venezuela por un parlante. La emoción de Nahuel me tocó profundamente", contó.
Colmenares señaló que en El Rodeo 1 había más de cien detenidos de al menos treinta nacionalidades. Muchos recuperaron la libertad a través de gestiones diplomáticas, incluidos ciudadanos estadounidenses y colombianos. "La relación entre Argentina y Venezuela está rota, y eso explica por qué Nahuel sigue ahí", afirmó.
Tras ser liberado, el abogado descubrió que varias imágenes que les tomaron dentro del penal —principalmente a Gallo— hoy circulan en medios de comunicación. "Lo grababan todo el tiempo: desayunando, almorzando, cenando, incluso dormido. Nosotros no entendíamos por qué", explicó.
Mientras tanto, la madre del gendarme, Griselda Heredia, continúa sin poder comunicarse con su hijo. "Es muy fuerte y doloroso", expresó tras escuchar el testimonio. "Es enfermo tener personas secuestradas contra su voluntad. Mi hijo no se lo merece", afirmó, en una crítica directa al régimen venezolano, al que definió como "un desquiciado".
El caso de Nahuel Gallo sigue sumando voces que reclaman una intervención urgente y vuelve a poner el foco en la situación de los presos políticos y extranjeros en Venezuela.