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La rutina ideal para bajar la presión y mejorar la salud cardiovascular

Diversos estudios científicos revelaron una combinación específica de ejercicios que permite controlar la hipertensión, además de brindar beneficios para el organismo.

4 Agosto de 2025 19.22

 

La hipertensión arterial continúa siendo uno de los principales desafíos de salud pública a nivel mundial, responsable de más de 10 millones de muertes anuales por enfermedades cardiovasculares. Tradicionalmente, su tratamiento ha dependido en gran medida de la farmacología, pero recientes investigaciones sugieren que el ejercicio físico puede jugar un papel fundamental en su control.

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela Universitaria UAX Rafa Nadal, en la Universidad Alfonso X el Sabio, y citado por SportLife, aporta evidencia sólida sobre la efectividad del entrenamiento de fuerza combinado con ejercicio aeróbico moderado para reducir la presión arterial. Esta línea de investigación coincide con conclusiones de publicaciones en revistas especializadas como British Journal of Sports Medicine y Nature Reviews Cardiology, donde se destaca que los programas de ejercicio combinados superan en eficacia a las intervenciones que utilizan solo ejercicio aeróbico o de fuerza.

El estudio, publicado en la revista Terapias Complementarias en la Práctica Clínica, se realizó mediante un ensayo controlado aleatorizado de 12 semanas con 100 adultos hipertensos, distribuidos en tres grupos de intervención y uno control sedentario. Los participantes realizaron dos sesiones semanales de diferentes protocolos: aeróbico continuo de intensidad moderada, entrenamiento combinado de fuerza con aeróbico moderado, y entrenamiento de fuerza con intervalos de alta intensidad.

Todos los grupos mostraron mejoras significativas en parámetros como la presión arterial, composición corporal, perfil lipídico, niveles de glucosa y condición física general, en comparación con el grupo control. Sin embargo, el mayor impacto se observó en quienes realizaron una combinación de entrenamiento de fuerza y ejercicio aeróbico moderado, logrando reducciones de hasta 13,4 mmHg en la presión arterial sistólica y 6,8 mmHg en la diastólica, cifras que representan una mejora clínica significativa en el control de la hipertensión.

Además, estos participantes experimentaron aumentos en la fuerza muscular, disminución del perímetro abdominal —un marcador indirecto de grasa visceral— y mejoras en la capacidad aeróbica, medida a través del consumo máximo de oxígeno (VO₂pico). Estos resultados refuerzan las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Medicina del Deporte, que promueven el ejercicio estructurado como herramienta de primera línea en el tratamiento de la hipertensión.

Según Juan Ramón Heredia, director del Máster de Rendimiento Deportivo y Prevención de Lesiones, los beneficios del entrenamiento combinado incluyen la optimización de la función vascular, la reducción de grasa visceral, el aumento de masa muscular y la mejora del perfil metabólico. Estudios clínicos previos también destacan que el entrenamiento de fuerza, bien prescrito, no solo es seguro para pacientes hipertensos, sino que contribuye a mejorar la salud vascular y reducir riesgos asociados.

Los autores del estudio recomiendan realizar entre dos y tres sesiones semanales de entrenamiento de fuerza con movimientos compuestos como sentadillas y press de banca, complementadas con 20 a 30 minutos de ejercicio cardiovascular moderado, como bicicleta o elíptica. Además, actividades al aire libre y la exposición regular al sol también han sido vinculadas a la reducción de la presión arterial, en estudios realizados en universidades británicas como Southampton y Edimburgo, que investigaron la relación entre la exposición solar, óxido nítrico cutáneo y regulación de la presión arterial.

Estos hallazgos refuerzan la importancia de incorporar el ejercicio físico en los programas de tratamiento para la hipertensión, desafiando el estigma que tradicionalmente ha asociado el entrenamiento de fuerza con riesgos para este grupo de pacientes. La evidencia actual respalda que, con una prescripción adecuada, el ejercicio puede ser una herramienta segura y efectiva para mejorar la salud cardiovascular y reducir la carga global de esta enfermedad.