El espectáculo vivido en Córdoba durante la semifinal de la Copa Argentina entre Vélez y Boca Juniors, que culminó en un vibrante 4-3 a favor del equipo de Liniers, superó cualquier análisis previo, especulación o expectativa. Este tipo de partidos, cargados de tensión y emoción, muchas veces desafían toda lógica, y esta vez no fue la excepción. Desde el pitazo inicial de Pablo Echavarría hasta el desenlace inesperado, la noche cordobesa ofreció una montaña rusa de sensaciones y reveses.
El arranque fue un baldazo de agua fría para Boca. En solo 20 minutos, el equipo dirigido por Gustavo Quinteros ya ganaba 2-0, aprovechando errores defensivos del conjunto xeneize, que una vez más mostró su propensión a la autodestrucción en los momentos clave. Sin embargo, el plantel boquense logró dar vuelta la historia, mostrándose capaz de renacer incluso en los peores pasajes del encuentro. En un partido tan cambiante, pocos podrían haber imaginado el desenlace final, repleto de emociones y giros dramáticos.
Uno de los puntos de inflexión fue la influencia de Fernando Gago en el desarrollo del juego. Conocido por su discurso ofensivo, el técnico xeneize pareció traicionar sus propias ideas al optar por cambios conservadores en el tramo decisivo. En su afán por "cerrar el partido", retiró a sus principales figuras ofensivas, incluyendo a Edinson Cavani y Exequiel Zeballos, cuando el equipo estaba en su mejor momento. Este movimiento no solo le quitó a Boca la iniciativa, sino que permitió a Vélez recuperar protagonismo.
El impacto de jugadores como Milton Giménez, quien ingresó para revolucionar el ataque tras un flojo desempeño de Miramón, fue clave en la reacción de Boca. Giménez, con su constante presión, contribuyó indirectamente a los dos primeros goles. El primero llegó gracias a un impecable cabezazo de Cavani tras un centro de Saracchi, mientras que el empate lo selló Zeballos con una jugada individual de alta calidad, que devolvió la esperanza a los hinchas xeneizes que llenaron el estadio Kempes.
El empate, lejos de ser un alivio, se convirtió en un motor para que Boca fuera por más. Con la multitud alentando, llegó el 3-2 gracias a una arremetida de Belmonte que parecía sentenciar el partido. Pero la decisión de Gago de sacar a Zeballos y Cavani fue determinante. Con menos de diez minutos en el reloj, Boca perdió tanto en calidad como en actitud. Vélez, liderado por Bouzat, quien anotó dos goles en el tramo final, aprovechó los errores defensivos de Boca y selló el definitivo 4-3, dejando sin chances incluso de llegar a los penales.
Además de los errores tácticos, otro punto crítico fue la expulsión de Luis Advíncula, que dejó al equipo en desventaja numérica. La falta de manejo del cuerpo técnico para prever esta situación, especialmente tras la primera amarilla del peruano, sumó más problemas a un equipo que ya tenía dificultades para sostener el resultado.
Con este resultado, Boca queda nuevamente al borde de una temporada sin títulos importantes, mientras Vélez celebra una victoria histórica que lo coloca en la final de la Copa Argentina. El desenlace en Córdoba dejó más preguntas que certezas para los dirigidos por Gago, que ahora enfrentan un panorama complicado en todos los frentes.