Australia permanece conmocionada tras el ataque armado que dejó al menos 16 personas muertas y decenas de heridos durante una festividad judía en la popular playa de Bondi, en la ciudad de Sídney. Las autoridades confirmaron este lunes que los dos atacantes eran padre e hijo, de 50 y 24 años respectivamente, y descartaron la participación de otros sospechosos en el hecho, que es investigado como un ataque terrorista.

Según informó la Policía de Nueva Gales del Sur, el ataque se produjo el domingo alrededor de las 18:40 hora local (7:40 GMT), cuando dos hombres armados con rifles abrieron fuego contra una multitud que participaba de una celebración comunitaria en un parque cercano a la playa de Bondi, uno de los destinos turísticos más concurridos del país.

"El hombre de 50 años falleció. El de 24 años se encuentra actualmente en el hospital", declaró el comisario de la Policía de Nueva Gales del Sur, Mal Lanyon, durante una conferencia de prensa ofrecida este lunes. El funcionario confirmó además que las fuerzas de seguridad no están buscando a ningún otro sospechoso y que el ataque fue perpetrado exclusivamente por los dos agresores ya identificados.

De acuerdo con el parte oficial, efectivos policiales acudieron rápidamente al lugar tras recibir múltiples llamados de emergencia. Al llegar, se produjo un intercambio de disparos entre los agentes y los atacantes. Como resultado del enfrentamiento, dos policías resultaron heridos, aunque se encuentran fuera de peligro, según precisaron las autoridades.

Uno de los atacantes, el hombre de 50 años, murió en el lugar luego de ser abatido por la policía. El segundo sospechoso, su hijo de 24 años, fue trasladado al hospital bajo estricta custodia policial con heridas de gravedad y permanece internado en estado crítico. La policía indicó que su estado de salud es reservado y que será interrogado cuando las condiciones médicas lo permitan.

El saldo del ataque es devastador. Al menos 16 personas perdieron la vida como consecuencia del tiroteo, entre ellas una niña de apenas 10 años, lo que generó una profunda conmoción tanto en la comunidad local como a nivel internacional. Además, unas 40 personas resultaron heridas, incluidos cuatro menores de edad, y cinco de los heridos continúan internados en estado crítico.

Las autoridades detallaron que 14 de las víctimas fallecieron en el lugar de los hechos, mientras que otras dos —una niña de 10 años y un hombre de 40— murieron posteriormente en el hospital debido a la gravedad de las heridas. Si bien aún no se difundieron las identidades de las víctimas, se informó que sus edades oscilan entre los 10 y los 87 años.

El ataque ocurrió en un contexto de celebración religiosa y comunitaria, lo que incrementó el impacto del hecho y generó un fuerte repudio por parte de distintos sectores de la sociedad australiana. Bondi Beach, conocida por su ambiente familiar y turístico, quedó paralizada tras el tiroteo, con un amplio operativo de seguridad que incluyó el cierre de accesos, evacuaciones preventivas y un despliegue masivo de fuerzas de emergencia.

Desde el gobierno australiano y las autoridades locales expresaron su solidaridad con las víctimas y sus familias, al tiempo que se reforzaron las medidas de seguridad en espacios públicos y eventos comunitarios. La investigación continúa para esclarecer el móvil del ataque y determinar si existieron antecedentes que permitan comprender cómo se gestó uno de los episodios de violencia más graves registrados en el país en los últimos años.