Estados Unidos interceptó un tercer buque frente a las costas de Venezuela, el segundo detectado durante el fin de semana, en el marco de una ofensiva creciente contra el comercio petrolero del régimen de Nicolás Maduro. La operación se da en un contexto de fuerte tensión internacional, con posibles derivaciones económicas que alcanzan al mercado energético global, seguido de cerca por provincias argentinas vinculadas a la producción y exportación de recursos estratégicos, como Catamarca.

Según informaron funcionarios estadounidenses a la agencia Reuters, hasta el momento no se reveló la identidad de la embarcación interceptada ni la ubicación exacta del operativo.

El nuevo procedimiento se produjo luego de que el sábado circulara un video que mostraba la incautación de un buque petrolero cerca de la costa venezolana por parte del gobierno de Donald Trump, acción que fue posteriormente confirmada por el Departamento de Seguridad Nacional.

La semana pasada, Estados Unidos había incautado por primera vez un buque petrolero sancionado, identificado como Skipper, también frente a las costas de Venezuela. Desde entonces, varias embarcaciones que transportan millones de barriles de crudo permanecen en aguas venezolanas, ante el temor de ser interceptadas por las autoridades estadounidenses.

Funcionarios norteamericanos indicaron que algunos de estos buques integran una denominada "flota en la sombra", compuesta por barcos que emplean tácticas de ocultamiento para transportar petróleo hacia países sancionados como Rusia, Irán y Venezuela.

El operativo estadounidense, que quedó registrado en diversas filmaciones, forma parte de la estrategia de Washington para bloquear el comercio petrolero del chavismo y reforzar las sanciones económicas contra el gobierno de Nicolás Maduro.

De acuerdo con datos del portal especializado Marine Traffic, el buque M/T Centuries —interceptado el sábado— es un petrolero de gran porte, con 333 metros de eslora y un desplazamiento de 309.460 toneladas. Navega bajo bandera panameña, es de propiedad china y realizaba su ruta de manera regular.

Ese dato convierte la incautación en un episodio particularmente sensible. Hasta el momento, el criterio oficial de la administración de Donald Trump habilitaba el abordaje únicamente de buques expresamente sancionados que transportaran petróleo venezolano. En este caso, el Centuries no figuraba en ese listado, lo que abre la puerta a un conflicto diplomático de mayor escala.

Desde Washington, una de las líneas argumentales es que el buque transportaba al menos dos millones de barriles de petróleo alcanzados por sanciones, lo que permitiría justificar la operación bajo las reglas del "bloqueo total" impuesto por Estados Unidos al comercio marítimo vinculado al chavismo.

En contrapartida, China podría sostener que la captura carece de sustento legal y denunciarla como un acto de "piratería" en aguas internacionales, al tratarse de una nave no sancionada y bajo bandera extranjera.

En paralelo, Beijing analiza posibles respuestas que van desde represalias diplomáticas o comerciales contra Estados Unidos hasta una decisión con impacto directo sobre Caracas, como reducir o suspender las compras de petróleo venezolano, lo que agravaría la crisis económica del régimen de Maduro.

Más allá de las implicancias legales, el impacto político ya es inmediato. China, Estados Unidos y Venezuela quedan ahora involucrados en una crisis que trasciende el eje Washington-Caracas y se proyecta sobre el tablero geopolítico del Caribe, con efectos sobre el comercio energético internacional y las economías que dependen de ese mercado.