El futuro inmediato de Ucrania como Estado soberano atraviesa horas decisivas. Lo que durante años fue un conflicto prolongado y desgastante entró en una fase acelerada a raíz de un movimiento inesperado: un plan de paz impulsado por Washington y Moscú que, según advierten diversos gobiernos europeos, equivaldría a una capitulación para Kiev. La tensión creció después de que el enviado estadounidense, Dan Driscoll, convocara el viernes en la capital ucraniana a embajadores de países de la OTAN para comunicarles que el presidente Volodímir Zelenski recibirá un ultimátum de días para aceptar el documento elaborado por asesores de Donald Trump y Vladimir Putin.
De acuerdo con fuentes diplomáticas citadas por Clarín, varios embajadores expresaron su "malestar profundo" por haber sido marginados de una negociación bilateral entre Rusia y Estados Unidos que define el futuro de Ucrania y, por extensión, la seguridad europea. El plan de 28 puntos plantea una desmilitarización parcial de Ucrania, la cesión definitiva de los territorios ocupados por Rusia e incluso de áreas nunca controladas por las fuerzas rusas. Además, impone límites severos a su política exterior al bloquear de plano la posibilidad de ingresar a la Unión Europea o a la OTAN. Como complemento, contempla una amnistía general para los crímenes cometidos por Rusia durante la invasión iniciada en febrero de 2022.
Embajadores consultados describieron la reunión con Driscoll como "nauseabunda" y "una pesadilla", retratando el nivel de desconcierto en las delegaciones europeas. La sensación general es que Estados Unidos está presionando a Ucrania a aceptar un acuerdo que responde más a intereses geopolíticos inmediatos de Washington que a las necesidades de seguridad europea o a la defensa de la soberanía ucraniana.
Horas después de aquel encuentro, Zelenski dirigió un mensaje a la nación en tono grave, que muchos interpretaron como un testamento político o una advertencia sobre los tiempos críticos que enfrentan. El mandatario aseguró que Ucrania atraviesa "uno de los momentos más difíciles de su historia" y planteó una dicotomía directa: "perder la dignidad o perder un aliado clave". Aunque no rechazó explícitamente el plan, dejó entrever que aceptar un acuerdo con concesiones humillantes sería incoherente con el camino que ha defendido desde el inicio de la invasión.
En Europa, el plan genera fuerte sospecha. Funcionarios del bloque sostienen que Moscú busca frenar una iniciativa clave de Bruselas: utilizar 140.000 millones de euros provenientes de activos rusos congelados desde 2022 para financiar a Ucrania. Según datos de la Comisión Europea, el Kremlin atraviesa crecientes dificultades para sostener su economía y continúa perdiendo miles de soldados en el frente sin lograr avances significativos.
Mientras tanto, en Sudáfrica —sede de la cumbre del G20— se multiplicaron las reuniones de urgencia. Representantes de la Unión Europea se reunieron con Canadá, Japón, Australia y otros aliados de Kiev para analizar los términos del plan. De ese encuentro surgió un comunicado que "aplaude" la iniciativa estadounidense, aunque la califica de "incompleta", un modo diplomático de indicar que el texto debe ser modificado. Minutos después, Trump afirmó públicamente que su propuesta "no es definitiva".
Los países presentes en Sudáfrica coincidieron en rechazar los puntos neurálgicos del plan, recordando que "las fronteras no deben cambiarse por la fuerza" y manifestando preocupación por las restricciones que debilitarían a las Fuerzas Armadas ucranianas. Además, remarcaron que cualquier decisión sobre la integración de Ucrania a la UE o a la OTAN corresponde exclusivamente a los Estados miembros de esos organismos.
La situación plantea un dilema estratégico para Europa: si Trump decide condicionar todo el apoyo estadounidense a la aceptación del plan, los europeos quedarían como únicos garantes del respaldo militar a Kiev. Ya sostienen gran parte de la asistencia financiera desde el retorno de Trump a la Casa Blanca, pero aún dependen del aporte estadounidense en armamento. Acelerar la industria militar europea podría ser una salida, aunque requeriría una coordinación inédita y decisiones políticas de largo plazo.
Las próximas 24 horas serán clave. Este domingo se reunirán en Ginebra los asesores de seguridad nacional del Reino Unido, Francia y Alemania con sus pares ucranianos. Más tarde, Kiev tendrá un encuentro con representantes estadounidenses. Washington, por su parte, evita incluso dialogar con los europeos de manera directa, lo que aumenta la preocupación sobre los verdaderos objetivos detrás del plan Trump-Putin.