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La austera habitación donde murió el Papa: cómo era su hogar en Santa Marta

Durante sus 12 años de pontificado, Jorge Bergoglio eligió vivir en una residencia sencilla dentro del Vaticano, alejada del lujo del Palacio Apostólico. La Casa Santa Marta fue su hogar hasta el final.

25 Abril de 2025 14.02

Ubicada a escasos metros de la Basílica de San Pedro, la Casa Santa Marta fue la residencia que el Papa Francisco eligió como centro de su vida pontificia. Allí, en el departamento 201 del segundo piso, falleció el Pontífice argentino, quien durante 12 años habitó un espacio caracterizado por su sencillez, en consonancia con su predicación constante de humildad y austeridad.

La Domus Sanctae Marthae, como se llama oficialmente, es una residencia destinada a sacerdotes y visitantes dentro de la Ciudad del Vaticano. A poco de ser elegido sucesor de Benedicto XVI, en 2013, Jorge Bergoglio sorprendió al rechazar los tradicionales aposentos papales en el Palacio Apostólico, situados en el tercer piso, para instalarse en Santa Marta.

"Cuando me preguntaron por qué no me había quedado a vivir allá, yo dije: 'Por motivos psiquiátricos'", recordó en tono distendido durante una entrevista. En cambio, eligió un departamento modesto compuesto por dos habitaciones y un baño.

El dormitorio papal era simple: una cama, una cruz de madera sobre el cabezal, una lámpara de pie, algunas sillas y un escritorio en el estudio contiguo. Junto a este ambiente había una pequeña sala donde solía recibir a visitantes, en especial a amigos y compatriotas argentinos. Allí también tuvo lugar su último encuentro con una autoridad extranjera: el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, quien lo visitó el domingo anterior a su fallecimiento.

Con el paso del tiempo, Santa Marta se convirtió en el epicentro de su vida privada. Alejado de los protocolos del Palacio Apostólico, Francisco hizo de ese espacio un ámbito más cercano y accesible, incluso para las audiencias informales.

La Casa Santa Marta cuenta con 105 departamentos de dos ambientes y 26 habitaciones individuales. Está gestionada por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Originalmente funcionó como un hospicio para religiosos y personas pobres del barrio. Durante la Segunda Guerra Mundial albergó a diplomáticos que no podían permanecer en territorio italiano tras romper relaciones con el régimen de Mussolini. En 1996, el papa Juan Pablo II ordenó su restauración.