El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que clasifica al fentanilo y a sus principales sustancias químicas precursoras como un "arma de destrucción masiva", en una decisión de fuerte impacto político y sanitario que profundiza la estrategia de su administración contra el narcotráfico y las sobredosis que afectan al país.
Según detalla el texto de la orden, el fentanilo ilícito es considerado "más cercano a un arma química que a un narcótico", debido a su altísima letalidad y a la facilidad con la que puede provocar muertes masivas. El documento remarca que apenas dos miligramos de esta sustancia —"una cantidad casi indetectable, equivalente a entre 10 y 15 granos de sal de mesa"— constituyen una dosis potencialmente letal para una persona.
La medida se apoya en el impacto devastador que el consumo de opioides sintéticos ha tenido en la sociedad estadounidense. "Cientos de miles de estadounidenses han muerto por sobredosis de fentanilo", señala la orden ejecutiva, a la que accedió la Agencia Noticias Argentinas a través de un despacho de la agencia Xinhua. El texto subraya que estas muertes constituyen una amenaza directa a la seguridad nacional y justifican una respuesta extraordinaria del Estado.
En ese marco, la directiva instruye al Departamento de Justicia a iniciar de manera inmediata investigaciones y procesos judiciales contra las redes dedicadas al tráfico de fentanilo y de sus precursores químicos. El objetivo, según la Casa Blanca, es reforzar la persecución penal y desarticular las cadenas de producción y distribución de la droga.
Además, la orden ejecutiva ordena a los Departamentos de Guerra y de Justicia evaluar la posibilidad de proporcionar recursos militares para apoyar los esfuerzos de las fuerzas de seguridad en la lucha contra el narcotráfico. Este punto generó especial atención en el ámbito político y diplomático, ya que abre la puerta a una mayor participación de las Fuerzas Armadas en tareas vinculadas a la aplicación de la ley.
En ese sentido, el medio Politico publicó un informe en el que calificó de "llamativo" el momento elegido para esta designación. El artículo sostiene que la medida se conoce en medio de crecientes especulaciones sobre la posibilidad de que Estados Unidos lleve a cabo ataques terrestres contra presuntos objetivos del narcotráfico en territorio venezolano, como parte de la campaña de presión del gobierno de Trump contra el presidente Nicolás Maduro.
Según ese reporte, declarar al fentanilo como un arma de destrucción masiva "otorgaría a Estados Unidos una justificación legal adicional para utilizar la fuerza militar contra Venezuela", en el marco de una estrategia más amplia de seguridad regional. Aunque la Casa Blanca no confirmó oficialmente esa hipótesis, el análisis encendió alarmas en sectores diplomáticos y de derechos humanos.
En paralelo a este endurecimiento contra el fentanilo, Trump sorprendió al anticipar un posible giro en la política federal sobre el cannabis. También el lunes, el presidente afirmó que su administración está considerando "muy seriamente" firmar una orden ejecutiva para reclasificar la marihuana en una categoría de menor peligrosidad.
De concretarse, la medida aliviaría las restricciones federales vigentes y significaría un cambio histórico en la legislación estadounidense. Según informó CBS News, esta decisión implicaría reconocer formalmente, por primera vez, que el cannabis tiene un uso médico aceptado bajo la ley federal, una postura que hasta ahora había sido resistida por sectores conservadores.
El contraste entre la dureza extrema aplicada al fentanilo y la posible flexibilización en torno a la marihuana refleja una estrategia diferenciada del gobierno de Trump frente a las drogas, enfocada en combatir con todos los recursos al opioide sintético que provoca miles de muertes al año, mientras se abre a revisar el estatus legal de otras sustancias.