Ucrania lanzó este domingo una ofensiva aérea sin precedentes contra al menos cuatro bases militares rusas, en lo que el presidente Volodimir Zelenski definió como "la operación de mayor alcance" ejecutada hasta el momento en suelo enemigo. La acción ocurre a tan solo un día del inicio de una nueva ronda de negociaciones con Rusia en Estambul, con el objetivo de discutir un posible alto el fuego.
Según fuentes de seguridad ucranianas, más de 40 aviones rusos fueron destruidos y los daños totales ascienden a unos 7.000 millones de dólares. La operación incluyó el uso de 117 drones de ataque, muchos de ellos lanzados a control remoto desde remolques de camiones situados en zonas estratégicas.
"Los agentes involucrados en la preparación del ataque lograron salir a tiempo del territorio ruso", afirmó Zelenski, quien ratificó la voluntad de su país de avanzar hacia una solución diplomática, sin renunciar a la defensa activa de su territorio.
Negociaciones en Estambul con la mediación de Turquía y EE.UU.
Pese a la ofensiva, una delegación ucraniana encabezada por el ministro de Defensa, Rustem Umerov, se reunirá este lunes en Estambul con representantes del Kremlin. El encuentro fue facilitado por el presidente turco y se produce tras una fuerte presión diplomática de Donald Trump, quien busca encaminar un acuerdo que ponga fin a un conflicto que ya superó los tres años.
Entre las prioridades que llevará Kiev a la mesa de negociación figuran el pedido de un alto el fuego completo e incondicional, así como el regreso de prisioneros de guerra y de niños ucranianos que, según denuncias, fueron trasladados por la fuerza a Rusia.
Desde Moscú confirmaron el envío de su delegación a Turquía, aunque no detallaron públicamente las condiciones que presentarán para avanzar en un eventual acuerdo. El presidente Vladimir Putin rechazó la propuesta turca de mantener un encuentro directo con Zelenski.
El alcance de los ataques en suelo ruso
Los ataques se concentraron en las bases aéreas de Belaya (en Siberia), Olenya (en el Ártico, cerca de Finlandia), y Ivanovo y Diaguilevo, al este de Moscú. Según una fuente del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), el objetivo fue "destruir bombarderos enemigos lejos del frente de combate".
En la base de Belaya, uno de los puntos más golpeados, se desató un gran incendio. Un video difundido por Kiev mostró varios aviones en llamas y columnas de humo negro. Rusia reconoció oficialmente que varias aeronaves se incendiaron por los ataques y reportó la detención de sospechosos vinculados a la operación.
Las autoridades de las regiones rusas de Irkutsk y Murmansk confirmaron la presencia de drones enemigos y la activación de sus defensas antiaéreas.
Rusia respondió con un bombardeo masivo y avanzó en Sumi
En simultáneo, Rusia lanzó su propio ataque masivo contra territorio ucraniano, utilizando 472 drones y siete misiles en una sola noche, según informó la fuerza aérea ucraniana. Se trata del mayor número de dispositivos hostiles lanzados desde el inicio de la invasión.
Uno de los ataques más letales se produjo contra una unidad de entrenamiento militar ucraniana, donde murieron 12 soldados y otros 60 resultaron heridos. Tras el hecho, el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Mijaíl Drapati, presentó su renuncia y asumió la responsabilidad por las bajas.
En el plano territorial, Moscú reivindicó la captura de la localidad ucraniana de Oleksiivka, en la región de Sumi. Ante el avance ruso, Kiev ordenó la evacuación obligatoria de varias comunidades de esa zona, mientras Zelenski advirtió que Rusia concentra unos 50.000 soldados en la frontera noreste en preparación de una nueva ofensiva.