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Circuito 3 de la Capital

Duro testimonio de la mujer que denunció al concejal Daniel Zelaya por abuso sexual

"Que no prescriba, porque el dolor no prescribe", dijo la denunciante. Según lo relatado por la mujer, el delito de abuso sexual con acceso carnal se prolongó durante dos años a partir de 1996, cuando ella tenía 8 y Zelaya 16 años.

04 Mayo de 2021 09.53

La abogada tucumana que denunció penalmente por abuso sexual al presidente del CD de la Capital circuito 3, Daniel Zelaya, brindó su testimonio a diario LA UNIÓN y contó cómo fue el proceso y la transición del dolor hasta los primeros pasos de la superación. 

"Compartíamos mucho tiempo juntos, vivíamos en un pueblo chiquito de Tucumán, nuestras familias eran cercanas porque éramos vecinos, yo me crié como una hija más de su familia", comenzó a relatar. 

Posteriormente, indicó que los abusos comenzaron en 1996 en un momento que el concejal la encontró sola en la casa de sus padres. Al momento del delito, ella tenía 8 y él 16 años. Los abusos se prolongaron hasta que Zelaya cumplió 18 y vino a Catamarca para estudiar abogacía. 

"Yo jugaba con sus primas, que tenían casi mi edad e iban a esa casa porque pertenecía a sus abuelos; en una oportunidad fui y ellas no estaban, fue cuando él aprovechó para empezar con los abusos", expresó. 

Más tarde, empezaron las amenazas. Le decía que nadie le iba a creer, la desacreditaba delante de su madre, decía que era mentirosa. "Ese tipo de cosas que escuché en otros relatos también de mujeres abusadas; invadía mi casa para que yo no contara nada y caía con regalos para mi mamá", narró. 

"Eso me alejaba de mi mamá y me creaba esa sensación de inseguridad que no me dejaba hablar; al repetirse tantas veces los abusos y con acceso carnal, me sentí culpable, sentí vergüenza siendo tan chiquita; era mucha la carga que yo tenía como para hablar y él cada vez avanzaba más en los abusos", declaró y agregó que la familia del concejal no se solidarizó con ella, por el contrario, comenzaron a hablar mal. 

En la adolescencia, la denunciante ya no podía disimular la molestia al ver a Zelaya por su casa con tanta impunidad. "Mi familia me hablaba mucho de él y empezó a molestarme porque no podía contar nada, encima era el primer nieto varón, el más querido de su familia, me daba miedo contar y que me condenen", manifestó. 

"Al olor de él yo lo tengo acá, no lo puedo sacar; después de contarlo empecé a revivir situaciones de mi niñez, a revivir las atrocidades a las que este desalmado me sometía. No entiendo cómo no pudo ni siquiera pedirme disculpas, capaz que es una locura que quiera que me pida disculpas, pero una alberga esa posibilidad", dijo la joven tucumana. 

En tanto, contó que siempre cargó con lo que él le hizo. "Nunca lo habló, se lo guardó y no reconoció: 'sí, la verdad que fui un infeliz, no sé por qué lo hice, disculpame', no me pidió perdón delante de toda su familia, la gente que nos rodeaba", planteó a LA UNIÓN

Por otra parte, dijo que anhela tener la ayuda y el respaldo de algún movimiento y los medios en Catamarca para visibilizar el delito. "Porque es grave y muy triste; solo una persona que pasó por esto puede entenderlo completamente y darse cuenta del dolor que una lleva; que no prescriba, porque el dolor no prescribe, las autolesiones que una se hace no prescriben", sentenció. 

Camino a la justicia

Después de un proceso que demandó décadas y mucho trabajo emocional, la denunciante se animó a hablar el año pasado. En primer lugar, se lo contó a su psicólogo. Luego, él le dijo que si se lo contaba a su madre se iba a dejar de sentir angustiada, pero según las palabras de la joven, "no se terminó nada, ahí comenzó todo; después de denunciar, aparecieron otras chicas que denuncian haber sido abusadas por él".

La mujer aseguró que el amor, el apoyo de su familia y haber hecho terapia con un excelente profesional la impulsó a ganar confianza y seguridad para hablar. La joven mujer oriunda de Tucumán actualmente tiene 33 años, está casada y tiene una hija.

"También decidí contarlo por el hecho de mi maternidad, lo hablé cuando mi hija cumplió 8 años. Lo denuncié 8 días antes de que mi hija cumpliera esa edad. Y pensé que si esto me va a hacer libre y me va a hacer bien, tengo que cortar esta pena, esta sensación que venía teniendo de tristeza", señaló y agregó: "Entendí que no hay vínculo más grande que el amor por mí misma también".

En este sentido, manifestó que no precisa que la condenen o absuelvan. "Digo la verdad y no estoy condicionada, por eso decidí hablar", dijo. 

Finalmente, relató que cuando se lo contó a su madre, ella le dijo que no lo podía creer, lloró y la abrazó. "Después me pidió por favor que denuncie para que no quede impune", narró. Cabe mencionar que la denuncia se radicó en Concepción, Tucumán, el pasado mes de marzo.