La confianza en el Gobierno de Javier Milei registró en noviembre un importante salto luego del triunfo legislativo de La Libertad Avanza en las elecciones de octubre. Así lo reveló el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), elaborado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, que mostró una mejora del 17,5% respecto del mes anterior. El indicador alcanzó un valor de 2,47 puntos, su mejor marca desde febrero de este año, lo que refleja un cambio en las expectativas sociales tras el resultado electoral.
El ICG es una herramienta que mide de manera sistemática la percepción ciudadana sobre la gestión del Poder Ejecutivo. Su escala se ubica entre 0 y 5, donde el valor 3 representa el promedio histórico desde su creación en 2001. Si bien la medición de noviembre implica una recuperación significativa, el nivel actual aún se encuentra por debajo de ese promedio, lo que muestra que la mejora es relevante pero no suficiente para hablar de una confianza consolidada.
De acuerdo con el informe de la Universidad Di Tella, el repunte está directamente vinculado al resultado de las legislativas, donde La Libertad Avanza obtuvo un avance estratégico en ambas cámaras del Congreso. Esta performance electoral generó un clima político más favorable para el oficialismo, que interpretó el respaldo en las urnas como una señal de apoyo a su programa económico y a las reformas impulsadas desde el inicio de la gestión.
El incremento del 17,5% en el índice se suma a otra suba registrada en octubre, aunque más moderada, luego de una serie de meses en los que la confianza había mostrado estancamiento o retroceso. El análisis académico señala que, históricamente, los procesos electorales suelen influir en las expectativas ciudadanas, sobre todo cuando los resultados fortalecen la posición del gobierno de turno. Este patrón parece repetirse con Milei, cuyo espacio político capitalizó el resultado de las urnas para reforzar su narrativa de transformación.
Sin embargo, los especialistas advierten que estos repuntes suelen ser sensibles al contexto económico y pueden revertirse si no se traducen en mejoras efectivas en el corto y mediano plazo. El propio informe subraya que, pese a la suba, el valor de 2,47 puntos sigue ubicándose en la franja baja del índice y lejos de los picos alcanzados por otros gobiernos en momentos de alta aprobación.
Otro aspecto relevante es el desagregado del indicador, que evalúa cinco dimensiones: evaluación general del Gobierno, capacidad para resolver problemas, eficiencia administrativa, honestidad de los funcionarios y preocupación por el interés general. Aunque no se detallan en esta entrega los valores de cada componente, el aumento global sugiere una mejora transversal, posiblemente influida por el clima postelectoral.
El Gobierno recibió el dato como una señal positiva, interpretándolo como un aval social frente a un escenario económico delicado y a un plan de reformas que genera debates intensos. Para la Casa Rosada, el respaldo estadístico refuerza el mensaje de continuidad del rumbo adoptado desde diciembre del año pasado.
En contraste, sectores de la oposición relativizaron el repunte. Señalan que el nivel de confianza aún es bajo y que la mejora responde a un efecto coyuntural más que a un asentamiento sostenido del apoyo ciudadano. Además, remarcan que la situación económica sigue siendo el principal factor de incertidumbre para buena parte de la población.
En definitiva, el índice de noviembre muestra un panorama más alentador para el Gobierno, pero también evidencia que la confianza pública continúa siendo frágil y volátil. El desafío, ahora, será transformar el respaldo electoral y este repunte estadístico en mejoras concretas que consoliden la percepción ciudadana a largo plazo.