Con la muerte del papa Francisco, ocurrida este lunes en la residencia de Santa Marta, el Vaticano atraviesa un nuevo período de sede vacante, un tiempo regido por un complejo entramado normativo que marca límites precisos a las decisiones de gobierno. Hasta la elección del nuevo pontífice, la conducción interina de la Iglesia recae en tres figuras claves: el camarlengo Kevin Joseph Farrell, el decano del Colegio Cardenalicio Giovanni Battista Re y el secretario de Estado Pietro Parolin.
El marco normativo que regula el poder interino
El funcionamiento del Vaticano en sede vacante está regulado por el Código de Derecho Canónico, la constitución apostólica Praedicate Evangelium (2022), Universi Dominici Gregis (1996) e In Ecclesiarum Communione (2023). Según el canon 335, mientras la Sede Apostólica esté vacante, "nada se debe cambiar en el gobierno de la Iglesia universal".
Durante este período, la curia romana cesó en sus funciones, incluidos el secretario de Estado y los prefectos de dicasterios, salvo algunas excepciones: el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias (monseñor Diego Ravelli), el Penitenciario Mayor (cardenal Angelo De Donatis) y el Limosnero Apostólico (cardenal Konrad Krajewski).
En el plano administrativo continúan en funciones el sustituto para Asuntos Generales, monseñor Edgar Peña Parra, y el secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Paul Richard Gallagher.
Camarlengo: custodia del interregno
El cardenal Kevin Farrell, estadounidense de origen irlandés y cercano a Francisco, es el encargado de certificar oficialmente la muerte del pontífice, sellar sus aposentos y custodio las propiedades del Vaticano, como el Palacio Apostólico, el de Letrán y Castelgandolfo.
Durante la sede vacante, Farrell administra los bienes temporales de la Santa Sede y organiza, con la aprobación del Colegio Cardenalicio, todos los aspectos del funeral papal. Lo asisten el vicecamarlengo, arzobispo Ilson de Jesús Montanari, y tres cardenales designados como asistentes, entre ellos Reinhard Marx. Este grupo, conocido como "congregación particular", solo puede resolver asuntos menores.
El decano Re y el camino hacia el cónclave
A sus 91 años, el cardenal Giovanni Battista Re tiene un rol protocolar esencial: notifica la muerte del Papa, convoca a las Congregaciones Generales (las reuniones preparatorias al cónclave), coordina la agenda de los cardenales y organiza las intervenciones.
Sin embargo, debido a su edad, no podrá participar ni presidir el cónclave. Lo mismo ocurre con su vicedecano, Leonardo Sandri. Por ello, la responsabilidad recaerá en el cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado y el más antiguo de la orden episcopal entre los menores de 80 años.
Parolin, figura clave durante el pontificado de Francisco, presidirá el cónclave, formulará la pregunta al elegido ("¿Aceptás tu elección?") y coordinará el acto de obediencia de los cardenales.
Una Iglesia en transición
Hasta la elección del nuevo obispo de Roma —que, según los plazos establecidos, se espera entre el 5 y el 10 de mayo—, el gobierno de la Iglesia recae temporalmente en el Colegio Cardenalicio. Sin embargo, no puede ejercer poderes exclusivos del Papa, como el nombramiento de obispos o la promulgación de leyes.
En este tiempo de interregno, la Iglesia se rige por las normas, la tradición y el delicado equilibrio entre protocolo, discreción diplomática y consensos necesarios para elegir al próximo sucesor de Pedro.