Mientras Santiago transita días atravesados por las compras navideñas, las fiestas de fin de curso y las ceremonias de graduación universitarias, Chile se prepara para una de las elecciones más determinantes de su historia reciente. Este domingo, más de 15,7 millones de ciudadanos están habilitados para votar en el balotaje presidencial que definirá al sucesor de Gabriel Boric, en una contienda que enfrenta a dos candidatos ubicados en extremos opuestos del arco político: el ultraconservador José Antonio Kast y la comunista Jeannette Jara, representante de la coalición oficialista de izquierda y centroizquierda.
De acuerdo con los sondeos, el exdiputado de ultraderecha llega como claro favorito, en lo que muchos analistas interpretan como un posible giro hacia la derecha más dura desde la salida de Augusto Pinochet del poder. La elección no solo pondrá en juego el próximo gobierno, sino también el rumbo político, económico y social del país a partir de marzo de 2026.
Una primera vuelta ajustada y un escenario polarizado
En la primera vuelta del 16 de noviembre, Jeannette Jara obtuvo algo más de 3,4 millones de votos, equivalentes al 26,8%, superando a Kast por apenas 380.000 sufragios, ya que el candidato opositor alcanzó el 23,9%. Sin embargo, el escenario cambió rápidamente tras esa jornada electoral.
Esa misma noche, Kast recibió el respaldo explícito de Evelyn Matthei, referente de la derecha tradicional, y de Johannes Kaiser, exponente del ala más radical y libertaria, conocido por su defensa abierta del legado de Pinochet. La suma de esos apoyos superó el 50% del electorado, un piso que, según los analistas, lo deja muy bien posicionado de cara al balotaje.
A ese escenario se suma la incógnita de los votos de Franco Parisi, líder del Partido de la Gente, quien sorprendió en la primera vuelta con un 19,7% (más de 2,5 millones de votos) y se ubicó en tercer lugar. Aunque Parisi llamó a anular el voto, al no identificarse con ninguno de los dos candidatos, parte de su electorado podría inclinarse por Kast o directamente abstenerse, en una elección donde el voto es obligatorio por primera vez desde el fin de la dictadura.
Qué dicen las encuestas y dónde están las dudas
Todas las encuestas publicadas antes del inicio de la veda electoral, así como los sondeos que circulan de manera informal, coinciden en pronosticar una victoria de Kast, aunque difieren en el margen. Las proyecciones van desde una ventaja de 10 puntos (55% a 45%) hasta diferencias de 18 puntos (58% a 41%). La principal incógnita, entonces, no parece ser quién ganará, sino con qué amplitud.
El desgaste del gobierno de Boric, que se despide con un nivel de aprobación cercano al 30%, y la trayectoria política de Jara en un país con una fuerte tradición anticomunista, complican la posibilidad de que la candidata oficialista amplíe su base de apoyo, pese a los intentos por advertir sobre los riesgos de un avance de la ultraderecha.
"Es posible que en Chile ocurra lo que está pasando en otros países de América Latina: una alternancia entre gobierno y oposición", explicó el politólogo Marco Moreno, director del Centro de Democracia y Opinión Pública de la Universidad Central de Chile. "Los votantes castigan la falta de respuestas. Hay un desgaste del gobierno que no logró canalizar las demandas surgidas tras el estallido social de 2019", agregó.
Seguridad, miedo y economía: los ejes de la campaña
La inseguridad y el control migratorio dominaron la campaña en un país atravesado por el temor a una criminalidad cada vez más violenta, con presencia de organizaciones extranjeras vinculadas al narcotráfico. Según un informe de IPSOS, el 63% de los chilenos considera a la seguridad como su principal preocupación, mientras que la inmigración inquieta al 40%.
Aunque Chile sigue siendo uno de los países más seguros de la región, la tasa de homicidios se duplicó en la última década, pasando de 2,32 cada 100.000 habitantes en 2015 a 6,0 en 2024.
Kast propone una agenda de mano dura, que incluye expulsiones masivas de migrantes, tipificar la migración irregular como delito y construir cárceles de máxima seguridad, inspiradas en el modelo de El Salvador. Jara, en cambio, plantea un enfoque más gradual, con registro de migrantes, fortalecimiento policial y combate al financiamiento del crimen organizado, aunque endureció su discurso en la recta final para captar votantes del centro.
En el plano económico, Kast promete reducir el gasto público, estimular la inversión y flexibilizar regulaciones, mientras que Jara defiende un modelo de crecimiento con protección social y continuidad de políticas impulsadas durante el gobierno de Boric.
El domingo por la noche, Chile no solo conocerá a su próximo presidente, sino también el modelo de país que comenzará a tomar forma en los próximos años. La diferencia final de votos será clave para medir la legitimidad y el margen de acción del futuro gobierno.