Ecuador rechazó la reforma constitucional y las medidas impulsadas por el presidente Noboa
Con una participación superior al 80%, los ecuatorianos dijeron "no" a la convocatoria de una Asamblea Constituyente y a las otras tres reformas propuestas por el oficialismo. Las iniciativas incluían la autorización de bases militares extranjeras, la eliminación del financiamiento estatal a partidos políticos y la reducción del número de asambleístas.

Ecuador vivió este domingo una jornada clave para su futuro institucional con la realización de un referendo nacional impulsado por el presidente Daniel Noboa. Sin embargo, los primeros resultados arrojaron un fuerte rechazo a las principales propuestas del oficialismo. Con poco más del 20% de las mesas escrutadas, la tendencia ya era clara: una amplia mayoría de los ecuatorianos votó en contra de la reforma constitucional y de las medidas complementarias incluidas en la consulta popular.

La participación superó el 80%, una cifra elevada que demuestra el interés social por la votación y la relevancia que las propuestas habían tomado en la agenda política ecuatoriana. Sin embargo, ese alto nivel de concurrencia no se tradujo en apoyo al Gobierno: el 61,5% de los votantes respondió que "no" a la convocatoria de una Asamblea Constituyente, frente al 38% que se inclinó por el "sí".

La pregunta central del referendo buscaba habilitar la instalación de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Carta Magna. El planteo oficial era claro: "¿Está usted de acuerdo en que se convoque e instale una Asamblea Constituyente, cuyos representantes sean elegidos por el pueblo ecuatoriano, de acuerdo con las reglas electorales previstas en el Estatuto Constituyente adjunto, para elaborar una nueva Constitución de la República, la cual entrará en vigencia únicamente si es aprobada posteriormente por las y los ecuatorianos en referéndum?". La respuesta ciudadana fue contundente y reflejó un escenario político adverso para el presidente Noboa.

La derrota oficialista no se limitó a la cuestión constitucional. Las otras tres preguntas incluidas en la consulta también fueron rechazadas con márgenes significativos, consolidando una tendencia que atraviesa todo el referendo.

Una de ellas proponía eliminar la prohibición constitucional que impide el establecimiento de bases militares extranjeras en territorio ecuatoriano. El Gobierno argumentaba que una mayor cooperación internacional permitiría fortalecer la seguridad y el combate contra el crimen organizado. No obstante, el 60,4% del electorado rechazó la iniciativa, mientras que apenas el 39,6% votó a favor.

Otra consulta pretendía suprimir la obligación del Estado de asignar recursos del Presupuesto General a las organizaciones políticas, lo que implicaría eliminar el financiamiento público a los partidos. La propuesta buscaba modificar el régimen vigente, pero tampoco prosperó: el 57,7% de los votantes se expresó por el "no" y el 42,3% por el "sí".

La última pregunta apuntaba a una reforma en la estructura legislativa del país. El oficialismo planteaba reducir el número de asambleístas y establecer un nuevo mecanismo de representación: 10 legisladores nacionales, uno por provincia y un adicional por cada 400.000 habitantes. Aunque el margen fue más ajustado que en las otras propuestas, el electorado volvió a rechazar el planteo: 53,1% votó en contra y 46,9% a favor.

El referendo representaba para Noboa una oportunidad de fortalecer su proyecto político y consolidar ciertas transformaciones institucionales. No obstante, el rechazo generalizado refleja un escenario complejo para el mandatario, que deberá reconfigurar su estrategia de gobernabilidad. La votación deja además un mensaje fuerte sobre la resistencia ciudadana a cambios estructurales en un clima atravesado por una crisis económica, tensiones sociales y desafíos en materia de seguridad.

Con esta consulta, Ecuador cierra un capítulo de alta intensidad política y abre una etapa donde el Gobierno deberá analizar en detalle las razones de este revés electoral. La contundencia del resultado anticipa un debate profundo sobre la dirección del país y la capacidad del oficialismo para construir consensos en un panorama cada vez más fragmentado.