El cónclave papal arranca sin favorito y en medio de tensiones internas
Este miércoles comienza el cónclave para elegir al nuevo Papa, en un clima de incertidumbre y disputas entre sectores conservadores y progresistas. No hay un candidato claro y se prevé un proceso extenso hasta alcanzar los 89 votos necesarios.

Este miércoles dará inicio el cónclave en el Vaticano para elegir al sucesor del papa Francisco, en un escenario marcado por la incertidumbre, la falta de consensos y las fuertes tensiones entre las alas conservadora y progresista de la Iglesia. Aunque se barajan varios nombres, ninguno de los cardenales electores parte como favorito claro para alcanzar los 89 votos necesarios —dos tercios del total— que exige la normativa vaticana.

En la jornada del martes, los 133 cardenales con derecho a voto participaron de las dos últimas congregaciones generales junto a los purpurados mayores de 80 años, quienes por edad están excluidos del proceso electoral. Con la Capilla Sixtina como epicentro, el cónclave más numeroso de la historia se inicia sin la figura de un "papabile" con el respaldo suficiente para consagrarse en las primeras rondas.

La falta de definiciones es reflejo de la polarización interna que atraviesa a la Iglesia tras los doce años de pontificado de Jorge Bergoglio, que dejó profundas divisiones entre sectores progresistas, impulsores del Sínodo y la apertura eclesial, y una corriente conservadora crítica de sus reformas.

Si bien las normas prohíben acuerdos previos bajo pena de excomunión, se espera que en los pasillos vaticanos florezcan las negociaciones para lograr un consenso que destrabe el estancamiento. La historia reciente respalda esta dinámica: Juan Pablo II fue elegido en la octava votación, Benedicto XVI en la cuarta y Francisco en la quinta.

En caso de no lograr un acuerdo tras varias votaciones, las reglas permiten un día de reflexión para los cardenales, con el objetivo de acercar posiciones y proponer nuevos nombres.

Entre los posibles candidatos figura el cardenal Pietro Parolin, exsecretario de Estado vaticano, que tendría entre 30 y 50 votos, aunque su candidatura se vio afectada por rumores sobre problemas de salud que el Vaticano desmintió.

Otro nombre es el del cardenal Mario Grech, arzobispo de Malta y actual secretario general del Sínodo de los Obispos, una figura cercana a las reformas impulsadas por Francisco.

Por el ala progresista, se destaca Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, considerado el principal referente del "bergoglismo" en la contienda. También suena el filipino Luis Antonio Tagle, apodado "el Francisco de Asia", y el francés Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, cercano a Bergoglio y con fuerte trabajo pastoral en las periferias.

Del lado conservador, el único nombre que tomó fuerza en las congregaciones fue el del cardenal húngaro Peter Erdo, arzobispo de Bucarest, aunque sus vínculos con el gobierno de Viktor Orban podrían jugarle en contra.

Mientras tanto, el futuro del Sínodo y su propuesta de ampliación de la participación de laicos y mujeres en las decisiones eclesiásticas será uno de los temas de fondo que cruzará esta histórica elección.