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El drástico cambio de una periodista en Afganistán por avance de talibanes

En solo 24 horas, Clarissa Ward pasó de utilizar ropa colorida, camisa y usar el pelo suelto a tener que salir a reportear con burka y dejando ver solo su rostro.

16 Agosto de 2021 21.30

La periodista Clarissa Ward, de CNN, ha dado cuenta del cambio inmediato que se ha registrado en Afganistán debido al avance de los talibanes.

A raíz de la rígida visión de la ley islámica que posee el grupo fundamentalista, que incluso obliga a las mujeres afganas a vestir burka, que cubre desde la cabeza a los pies y sólo deja una abertura a la altura de los ojos, la reportera ha debido adaptar su vestimenta para realizar sus labores.

Y eso ha quedado documentado, pues el cambio ha sido drástico.

En solo 24 horas, Clarissa Ward pasó de utilizar ropa colorida, camisa y usar el pelo suelto a tener que salir a reportear con burka y dejando ver solo su rostro.

Tal situación fue dejada en evidencia en sus despachos y, además, en su Twitter, donde ha colgado parte de su trabajo en medio de la cobertura de la crisis en Afganistán.

El rol de las mujeres en el régimen talibán

El advenimiento de un nuevo régimen talibán en Afganistán hace temer un nuevo recorte de derechos y libertades que podría afectar a las mujeres, principales beneficiadas del fin en 2001 del denominado Emirato Islámico, bajo el que no podían ni estudiar ni trabajar.

Durante estos últimos años, los talibanes han tratado de lavar su imagen, hasta el punto de que uno de los representantes en las negociaciones de paz con el Gobierno, Suhail Shaheen, ha asegurado a la cadena británica BBC que ahora quieren que las mujeres sigan teniendo acceso a clases y empleos.

"Respetaremos los derechos de las mujeres", ha prometido este portavoz, que sin embargo, ya ha anticipado algunas restricciones, como que por ejemplo las mujeres deben vestir al menos hiyab, un tipo de velo que cubre al menos la cabeza y el pecho y deja el rostro al descubierto.

La gran diferencia del Kabul de los talibanes, en comparación a los anteriores días, fue que este lunes la ciudad estaba casi vacía de mujeres, particularmente empleadas de oficinas y estudiantes universitarias que se quedaron en casa por temor al régimen.

Los talibanes han tratado de desmentir las informaciones sobre supuestos abusos contra las mujeres en las zonas que han ido conquistando en estos últimos días, si bien desde la ONU, su Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, advirtió la semana pasada de que las informaciones que llegaban del país asiático eran cuanto menos preocupantes.

Los talibanes son estrictos con el papel de la mujer, algo reflejado en la Sharía, la ley islámica. La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, RAWA, denuncia desde hace tiempo que a estas se les "reduce a seres cuyo único fin es la procreación".

Según la aplicación fundamentalista de la ley islámica, las mujeres afganas están obligadas a usar el 'burka', un velo islámico completo. Se trata de la prenda menos común en el mundo islámico y cubre a la mujer desde la cabeza hasta los pies, y no pueden mostrar los tobillos. Solo dispone de una pequeña abertura en los ojos -en una malla-.

También les prohíben a las mujeres el uso de cosméticos. Uno de los castigos por llevar las uñas pintadas, entre otros, es la amputación de los dedos. Tampoco pueden llevar indumentarias de colores vistosos ya que se asocian a "colores sexualmente atractivos", según los talibanes. Este lunes, trabajadores de un centro de belleza de Kabul han borrado las imágenes publicitarias en las que aparecen mujeres de sus escaparates.

Las mujeres no podrán moverse de manera libre, ni montarse en un taxi sin el acompañamiento de un varón. No pueden tener ningún tipo de vida pública, según esta aplicación de la ley islámica. Debían permanecer ocultas a ojos de cualquiera que no fuese su marido o guardián varón y quienes incumpliesen sus normas se arriesgaban a castigos como la lapidación pública.

Los movimientos de las mujeres estarán limitados y controlados por la figura de un hombre, que puede ser el 'mahram', guardián varón con parentesco cercano, o su marido. Tampoco podrán contraer matrimonio con un varón no musulmán, a pesar de que el hombre sí puede casarse con una mujer que no sea mahometana.

Las mujeres no podrán practicar deportes, teniendo además prohibida la entrada a cualquier centro o club deportivo. Además, no podrán montar en una bicicleta o en una motocicleta, ni podrán asomarse a los balcones de su residencia.

Otras prohibiciones que debe acatar la mujer es la de no reír en voz alta, ya que ningún extraño debe escuchar la voz de una mujer, y no llevar tacones, puesto que ningún varón debe notar sus pasos. No pueden hacer ruido al andar.

En el caso de tener que asistir a un juicio, su testimonio valdrá la mitad que el de cualquier hombre. Además, los derechos sobre sus hijos también se verán limitados puesto que la custodia y la manutención de estos le corresponderá única y exclusivamente al padre.