Este jueves, el Vaticano dio a conocer la imagen de la tumba del papa Francisco, ubicada en la Basílica de Santa María la Mayor. Se trata de una sepultura sobria, confeccionada en mármol de Liguria (Italia), con una única inscripción: "FRANCISCUS", acompañada por una reproducción de su cruz pectoral.
La tumba fue preparada en un nicho lateral del templo, entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza, muy cerca del Altar de San Francisco. Las obras comenzaron días atrás para cumplir con el deseo del Sumo Pontífice de reposar en este santuario dedicado a la Virgen María.
En su autobiografía Esperanza, publicada en enero pasado, Francisco expresó con claridad su voluntad: "El Vaticano es la casa de mi último servicio, no la de la eternidad. Estaré en la habitación en la que ahora custodian los candelabros, cerca de esa Reina de la Paz a la que he pedido ayuda siempre y por la que me he hecho abrazar durante mi pontificado más de cien veces".
La elección no es casual. La Basílica de Santa María la Mayor fue un lugar clave en la vida espiritual de Jorge Mario Bergoglio. Allí acudía con frecuencia a rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani, una de las advocaciones marianas más veneradas en Roma. Precisamente, su tumba se ubica cerca de esa capilla.
Visitantes de todo el mundo que llegan a la basílica se encuentran con las señales de las obras en curso. "Pensaba que lo iban a enterrar dentro de la cripta, pero es aquí", comentó Valentina, una feligresa romana. "El Papa quería que lo enterrasen a ras de suelo y sin ornamentación, es otro ejemplo más de la humildad que lo caracterizó", agregó su esposo Francesco, al salir de misa.

También Ana, una visitante española que llegó junto a sus hijas para el Jubileo de los Adolescentes, se vio conmovida por la inesperada coincidencia: "Vinimos con la ilusión de participar en la canonización de Carlo Acutis, pero nos encontramos con un funeral. Es fuerte, pero igual estamos agradecidas de estar acá".
Así, la última voluntad de Francisco se concreta en un gesto final de sencillez, cercanía y fe. Su descanso eterno queda sellado en uno de los espacios más queridos de Roma, junto a la Virgen a la que confió su pontificado.