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"Era un hermano": la emotiva despedida de sor Geneviève al Papa

Conmovida, la hermana Geneviève Jeanningros, figura cercana a los más vulnerables y muy querida por el Papa, se despidió por cuarta vez del pontífice argentino. La imagen de su llanto junto al féretro se volvió viral y resumió el vínculo profundo que compartían.

Francisco y la Hermana Geneviève Jeanningros
Francisco y la Hermana Geneviève Jeanningros

25 Abril de 2025 15.26

Una despedida cargada de emoción y simbolismo conmovió a los presentes en la Basílica de San Pedro. Por cuarta vez, la hermana Geneviève Jeanningros, integrante de la comunidad de las pequeñas hermanas de Jesús, se acercó al féretro de Francisco para rendir homenaje al pontífice al que definió como "un padre, un hermano, un amigo".

La imagen de sor Geneviève, con su mochila verde, su velo blanco y lágrimas en los ojos, recorrió el mundo esta semana. Fue captada llorando discretamente en un rincón de la basílica, el día en que el cuerpo del Papa fue trasladado, rompiendo por un instante el protocolo en medio de la multitud que se despedía del pontífice argentino.

"Muchas personas me dijeron: 'cuando vayas a ver al Papa, llévanos contigo'. También lloré por ellos", confió la monja, que desde hace años trabaja con los más pobres y marginados en Ostia, especialmente con feriantes, gitanos y personas trans.

En la mañana de este viernes, hizo nuevamente la fila desde temprano entre los más de 128.000 fieles que asistieron para dar el último adiós. A su lado, otra figura entrañable: Laura Esquibel, una mujer trans de Paraguay que llegó a conocer a Francisco y a compartir comidas con él. "Fui la primera transexual en darle la mano al Papa. Lo vi siete veces, comimos juntos. Lo quería mucho", recordó emocionada.

Geneviève y Francisco mantenían una relación cercana. Él la llamaba, la ayudaba y no faltaban las bromas. En una visita al circo de Ostia, el Papa preguntó en tono jocoso: "¿Qué hace sor Geneviève aquí? ¿Doma a los leones?". En otra ocasión, al verla con una faja en el brazo, le preguntó si se había caído. "Sí, Santo Padre", respondió. "¿Y te duele el suelo?", retrucó él, con humor afectuoso.

Aunque en estos días recibió múltiples pedidos de entrevista, la hermana Geneviève apenas accedió a dar unas breves palabras a medios vaticanos, insistiendo en que no buscaba protagonismo: "No quiero hablar con nadie, lo siento. No puedo hacerlo porque es demasiado. Le he querido demasiado, eso es todo".

Sobre el Papa, rememoró con ternura: "Voy a extrañar sus ojos, su mirada, cuando me decía que siguiera adelante. Su ayuda moral fue inmensa. Su acogida no tenía límites. Él nos daba mucha esperanza".

Antes de retirarse, la pequeña hermana de Jesús rezó una vez más ante el féretro y le envió un beso con la mano. Un gesto sencillo y profundo que resumió tres días de duelo y una vida de gratitud. "Muchos me pidieron que los llevara conmigo. Y así se lo confié todo", concluyó.