Nueva York avanza hacia la legalización del suicidio asistido
Tras meses de debate, el ejecutivo estatal y los legisladores alcanzaron un consenso para aprobar la ley en enero. La normativa estará limitada a pacientes terminales con una expectativa de vida menor a seis meses y contará con estrictos protocolos de certificación médica y psicológica.

El estado de Nueva York se encuentra en las puertas de una transformación radical en su legislación sobre el final de la vida. La gobernadora Kathy Hochul anunció recientemente haber alcanzado un acuerdo decisivo con los legisladores estatales para dar luz verde al suicidio asistido por médicos, una iniciativa que busca otorgar a los pacientes con enfermedades terminales la facultad legal de decidir el momento de su deceso.

A través de una columna de opinión publicada en el diario Times Union, la mandataria demócrata rompió el silencio sobre su postura personal y política, apelando a conceptos de "compasión y gracia" para justificar su respaldo al proyecto. Hochul enfatizó que su conclusión nace de la necesidad de permitir que aquellos que atraviesan "un dolor inimaginable" puedan concluir sus días con "cierto grado de consuelo".

Un protocolo estricto y con nuevas salvaguardas

Si bien el proyecto original ha sido objeto de intensas discusiones, el acuerdo final anunciado por la gobernadora incluye requisitos más rigurosos que los contemplados en los borradores iniciales. De cumplirse los plazos previstos, la normativa podría entrar en vigencia en los primeros días de enero de 2026, convirtiendo a Nueva York en uno de los estados con protocolos de supervisión más detallados.

La ley establece un marco de aplicación muy específico: solo podrán acceder al servicio aquellos pacientes terminales cuya esperanza de vida sea inferior a seis meses. Para garantizar la transparencia y la voluntad real del solicitante, el proceso exigirá:

Una solicitud formal por escrito ante dos testigos y el médico de cabecera.

La confirmación de un médico forense que ratifique el pronóstico de vida menor a un semestre.

Una evaluación obligatoria por parte de un psicólogo que certifique la plena capacidad mental y la ausencia de coacción.

Como medida adicional de seguridad, a pedido expreso de Hochul, se incorporó un "período de reflexión" de cinco días adicionales una vez legalizada la solicitud. Este plazo permite que el peticionante pueda desistir o modificar su decisión en la instancia final del proceso.

El choque con la Iglesia y sectores críticos

El avance de la medida ha profundizado la brecha entre el gobierno estatal y las autoridades eclesiásticas. El cardenal Timothy Dolan y el obispo Hicks de Nueva York han encabezado la resistencia, manifestando una dura crítica hacia la postura de la gobernadora.

Desde la cúpula de la Iglesia local aseguran que la legalización del suicidio asistido implica "abandonar a los ciudadanos más vulnerables". En un comunicado conjunto, los líderes religiosos advirtieron que esta ley no solo valida el suicidio para enfermos y discapacitados, sino que, en la práctica, funciona como un fomento institucional a la interrupción de la vida, alejándose de lo que consideran un verdadero cuidado paliativo integral.

Hacia un nuevo paradigma legal

De concretarse la promulgación el próximo mes, Nueva York se sumará a un grupo selecto de estados en los que la autonomía del paciente prima sobre las prohibiciones tradicionales de la medicina legal. Los pacientes habilitados recibirán recetas de medicamentos específicos que ellos mismos deberán autoadministrarse, manteniendo así el control sobre el acto final.

El debate en Albany —capital del estado— promete ser intenso hasta el último minuto de la votación, mientras la sociedad civil se divide entre quienes ven un derecho humano fundamental a la muerte digna y quienes temen que se debilite el valor de la vida en el sistema de salud pública.