La arriesgada operación que permitió la salida clandestina de María Corina Machado de Venezuela y su posterior llegada a Oslo —donde recibió personalmente el Premio Nobel de la Paz— estuvo lejos de ser un procedimiento controlado. Según reveló The Wall Street Journal, la travesía incluyó fallas técnicas, riesgos extremos en alta mar, horas de incomunicación total y un rescate que, por momentos, estuvo a punto de fracasar.
La líder opositora, perseguida por el régimen de Nicolás Maduro y obligada a vivir en la clandestinidad tras su exclusión de las elecciones de 2024, inició su huida el lunes por la tarde. Abandonó su escondite disfrazada, con peluca y bajo estrictas medidas para evitar rastreos digitales. Apenas comenzado el operativo, los contratiempos se acumularon.
Machado viajó por tierra desde las afueras de Caracas hasta un pueblo pesquero en la costa caribeña, donde un equipo de extracción la esperaba para continuar la fuga hacia Curazao. La embarcación elegida —una lancha de pesca, modesta para evitar levantar sospechas— presentó problemas mecánicos que demoraron la partida cerca de doce horas. El grupo debía zarpar de madrugada, pero recién pudo hacerlo al anochecer.
Las condiciones del mar no ayudaron. El mal tiempo, con olas de hasta tres metros, provocó mareos severos entre los tripulantes y dificultó la navegación. Pero, paradójicamente, ese mismo clima adverso permitió que la lancha pasara desapercibida ante los radares marítimos, en una región donde las fuerzas estadounidenses intensificaron la destrucción de embarcaciones sospechosas de narcotráfico. Bryan Stern, veterano de combate estadounidense y líder del operativo, reconoció que temía ser confundido con traficantes y atacado. Por eso, notificó a funcionarios de defensa de Estados Unidos para evitar cualquier acción que comprometiera la misión.
El problema más crítico llegó cuando el GPS de la embarcación cayó al agua y el dispositivo de respaldo también falló. Sin instrumentos de navegación y sin comunicación, la lancha con Machado y su pequeño equipo quedó a la deriva durante más de tres horas en pleno Golfo de Venezuela. Con el punto de encuentro perdido, se inició una búsqueda contrarreloj guiada solo por cálculos aproximados y reportes fragmentados que Stern enviaba a oficiales de la Marina estadounidense.
El equipo de rescate, integrado por más de treinta personas bajo la coordinación de la firma Grey Bull, finalmente localizó la embarcación desorientada, desviada unos 40 kilómetros del sitio acordado. El hallazgo se produjo cerca de las once de la noche. Al confirmar que Machado estaba a salvo, Stern envió un mensaje codificado: "Jackpot, jackpot, jackpot".
Durante el encuentro, el veterano verificó que nadie en la lancha estuviera armado y registró el rescate con una fotografía que envió por satélite a funcionarios estadounidenses. En imágenes de prueba de vida divulgadas luego, Machado aparece afectada por el oleaje, pero firme: "Estoy viva, a salvo y muy agradecida".
La misión, bautizada Operación Dinamita Dorada —en referencia al Nobel de la Paz y al inventor de la dinamita, Alfred Nobel—, había contemplado al menos nueve rutas posibles, incluido un escape por Guyana, Colombia o incluso un eventual rescate aéreo. Para despistar a posibles perseguidores, el equipo difundió información falsa sobre el paradero de la líder opositora, sugiriendo que podía estar en Europa, en tránsito a Colombia o rumbo a Estados Unidos.
Tras el rescate, Machado viajó a Curazao en un trayecto marítimo de doce horas. Allí permaneció apenas unas horas, dentro de la ventana legal de ingreso al país, antes de abordar un jet privado que la llevó a Oslo. Llegó a Noruega poco después de la ceremonia del Nobel, en la que su hija había recibido el premio en su nombre. Al arribar, definió el operativo como un "milagro".