Peluca, controles militares y mar abierto: el arriesgado escape de María Corina Machado
La líder opositora venezolana emprendió una travesía clandestina para salir del país y llegar a Noruega, donde debía recibir el Premio Nobel de la Paz. Con disfraces, una lancha pesquera y apoyo internacional, logró evadir la vigilancia del régimen de Nicolás Maduro, aunque no llegó a tiempo para la ceremonia.

Nuevos detalles permiten reconstruir la arriesgada travesía que realizó la dirigente opositora venezolana María Corina Machado para salir clandestinamente de Venezuela y dirigirse a Oslo, donde debía recibir el Premio Nobel de la Paz 2024. La operación, ejecutada bajo un hermetismo absoluto, incluyó disfraces, zonas rurales, un viaje marítimo en condiciones extremas y apoyo logístico internacional. A pesar del enorme despliegue y del riesgo que implicó cada etapa, la líder demócrata no logró llegar a tiempo a la ceremonia, por lo que el galardón fue recibido por su hija, Ana Corina Sosa Machado.

La odisea se inició el lunes por la tarde cuando Machado, oculta con una peluca y un disfraz, abandonó el suburbio de Caracas donde se había mantenido escondida durante un año. Su destino inicial era un pequeño pueblo pesquero, al que debía llegar por tierra durante la noche, atravesando una zona habitualmente militarizada. Según reveló el Wall Street Journal, el recorrido requirió pasar por diez puestos de control de las fuerzas armadas venezolanas, todos sorteados sin ser detectada.

Una vez en la costa, y cerca de la medianoche, abordó una precaria lancha pesquera de madera. El plan contemplaba salir desde un punto específico para evitar la interceptación marítima, un riesgo concreto en una zona vigilada por autoridades venezolanas. La embarcación zarpó rumbo a Curazao en medio de un mar agitado y fuertes vientos, un trayecto de aproximadamente 65 kilómetros que podía verse afectado por patrullas y radares costeros.

Simultáneamente, y según fuentes cercanas a la operación, dos aviones F18 de la Armada de Estados Unidos sobrevolaron el Golfo de Venezuela durante unos 40 minutos, realizando maniobras en círculos cerca de la ruta que seguía la lancha, como parte de un operativo de cobertura aérea indirecta. Tras alcanzar Curazao, Machado fue trasladada al Aeropuerto Internacional Hato, donde la aguardaba un avión privado Legacy 600 matriculado en México y operado por JetVip Business Aviation.

La aeronave había partido desde Miami Opa Locka y llegó a Curazao para recoger a la dirigente. El vuelo despegó el miércoles por la mañana e hizo una escala técnica de casi cinco horas en Bangor, Maine, antes de emprender el último tramo: más de seis horas hasta el aeropuerto de Oslo-Gardermoen, en Noruega. En total, la travesía superó los 9.000 kilómetros.

Ya en Oslo, en la madrugada del jueves, Machado se reencontró con familiares, amigos, aliados políticos y decenas de venezolanos que la esperaban frente al Grand Hotel. La emoción y el alivio marcaron la llegada tras días de absoluto silencio y especulación sobre su paradero. En una comunicación con Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel, la opositora expresó su gratitud: "Tanta gente arriesgó su vida para que yo pudiera llegar a Oslo. Esto es una muestra de lo que significa este reconocimiento para el pueblo venezolano".

Aunque no estuvo presente en la ceremonia oficial, su hija Ana Corina Sosa Machado recibió el Nobel en su nombre y leyó un discurso en el que la dirigente situó la lucha venezolana por la democracia en un marco histórico de identidad, libertad y resistencia. La ceremonia estuvo marcada también por fuertes críticas del Comité del Nobel al régimen de Nicolás Maduro, al que acusó de graves violaciones a los derechos humanos y de apoyarse en la cooperación de Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbollah para sostener su aparato represivo.

El caso de Machado, su travesía clandestina y el reconocimiento internacional a su lucha se convirtieron enseguida en símbolo de un país que, pese a la persecución y la violencia estatal, continúa aferrado a la esperanza de recuperar su libertad.