Este martes dio inicio el juicio por jurados por el homicidio de Miguel Ángel Ferreyra, ocurrido el 10 de septiembre de 2023. El debate se desarrolla en la Oficina de Gestión de Audiencias (OGA) del Poder Judicial y tiene como imputados a Jorge Roberto Castro, acusado como autor del delito de homicidio simple, y a su madre, Mónica Beatriz Murúa, señalada como partícipe secundaria.

El proceso está dirigido por el juez Silvio Martoccia y cuenta con la intervención de los fiscales Augusto Barros y Laureano Palacios. La querella está representada por el abogado Sebastián Ibáñez, mientras que la defensa técnica de los imputados está a cargo de Jorge Bracamonte (h) y Gabriel Quiroga Barros. Durante la primera jornada del debate, la defensa reconoció que Castro apuñaló a Ferreyra y que Murúa tenía comprensión de la criminalidad del hecho.

Tras la conformación del jurado popular, se iniciaron los alegatos de apertura. Ninguno de los acusados declaró ante el tribunal. El primer testimonio incorporado fue el de la viuda de Ferreyra, quien abrió la etapa probatoria del juicio.

Teorías del caso 

Previo al inicio de los alegatos, se establecieron los puntos centrales que ambas partes reconocen como base del caso. Entre ellos, se encuentra acreditado que el 10 de septiembre de 2023 Castro le asestó a Ferreyra una puñalada en el tórax que le causó la muerte. También se consideró que Murúa comprendía el carácter del hecho y que Castro presenta un retraso madurativo moderado. Sin embargo, las partes discrepan sobre el alcance jurídico de estas circunstancias y su incidencia en la responsabilidad penal.

La fiscalía

En su exposición inicial, los fiscales Barros y Palacios relataron que el conflicto entre Ferreyra y Castro se originó cuando el primero lo increpó a raíz de un casco, lo que desencadenó una pelea física en la que Ferreyra resultó vencedor. Tras ese episodio, la madre del acusado, Mónica Murúa, intervino increpando y persiguiendo a Ferreyra con una fusta, en un intento de defender a su hijo.

Según la fiscalía, esa reacción generó un clima que facilitó la agresión posterior. Minutos después, Castro regresó al lugar portando dos cuchillos y una faca, y con ese arsenal atacó a Ferreyra, provocándole una herida fatal en el tórax. El Ministerio Público sostiene que Murúa, aunque no participó directamente en el ataque, actuó como partícipe secundaria al contribuir en la secuencia que culminó en el homicidio.

En cuanto a la capacidad penal del acusado, los fiscales señalaron que, si bien una pericia psiquiátrica determinó un retraso madurativo moderado, la declaración de inimputabilidad es una categoría jurídica que no puede definirse únicamente a partir de un informe médico. Subrayaron que Castro pudo elegir sus acciones, preparar el ataque y seleccionar los elementos utilizados, lo que —según la fiscalía— demuestra comprensión y voluntad.

"Ustedes deberán decidir sobre el hecho y sobre si es inimputable", expresaron los representantes del Ministerio Público ante el jurado, enfatizando que el rol de Murúa también debía ser evaluado bajo la premisa de que defender a un hijo no implica incitar ni favorecer una agresión fatal.

La defensa

Los abogados defensores plantearon una teoría del caso centrada en la condición psicológica y cognitiva de Castro. Afirmaron que el acusado tiene un coeficiente intelectual de aproximadamente 50 puntos y una edad mental comparable a la de un niño de 8 o 9 años, lo que —según sostienen— impide que procese situaciones de conflicto con el mismo criterio que un adulto promedio.

La defensa aseguró que, antes del hecho fatal, Ferreyra habría golpeado a Castro durante más de cinco minutos, doblándolo en tamaño y fuerza, lo que habría generado una reacción emocional desbordada en el joven, incapaz de diferenciar adecuadamente entre lo correcto y lo incorrecto.

Asimismo, señalaron que Murúa no instigó ni participó en el ataque, y que su única motivación fue intervenir para proteger a su hijo en medio de un conflicto que percibió como desigual. Argumentaron que la madre desconocía por completo que Castro iba a regresar armado y que no pudo anticipar el desenlace.

Los imputados, según confirmó la defensa, no prestarán declaración durante el juicio.

El debate continuará en los próximos días con la incorporación de nuevos testimonios y pericias, mientras el jurado avanza hacia la reconstrucción de un caso que enfrenta dos lecturas contrapuestas: la de un homicidio intencional facilitado por una participación secundaria, y la de un hecho impulsivo protagonizado por un joven con severas limitaciones cognitivas.