La renuncia de Manuel García-Mansilla a la Corte Suprema de Justicia de la Nación marca un nuevo capítulo en la compleja relación entre el Poder Ejecutivo, el Senado y el máximo tribunal argentino. Este lunes, el constitucionalista decidió dar un paso al costado tras el rechazo de su pliego por parte de la Cámara Alta, que también desestimó la postulación de Ariel Lijo. Con esta decisión, la Corte queda reducida a tres miembros activos: Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.
Desde el Gobierno reconocieron que, con solo tres jueces, el funcionamiento del tribunal se verá seriamente limitado en los próximos seis meses. La falta de quórum pleno obligará a recurrir a conjueces en casos donde alguno de los magistrados se excuse, sea recusado o esté de licencia.
El Gobierno respaldó a García-Mansilla hasta el final
Fuentes cercanas a la Casa Rosada confirmaron que el Ejecutivo intentó por todos los medios sostener la designación de García-Mansilla. Incluso se presentó un per saltum para permitirle firmar fallos pese a una cautelar dictada por el juez Alejo Ramos Padilla. Sin embargo, la presión política y la falta de respaldo parlamentario sellaron su salida.
Una fuente del Ministerio de Justicia destacó que "la Corte debe resolver esto", en referencia a la validez del nombramiento y la posibilidad de que el letrado continuara ejerciendo. No obstante, desde el entorno de García-Mansilla aclararon que su decisión fue estrictamente personal y no influenciada por promesas de otros cargos. "La política no le interesa", afirmaron.
El Senado rechazó los pliegos de García-Mansilla y Lijo
El rechazo simultáneo a los pliegos de García-Mansilla y Ariel Lijo generó un fuerte revés para el Gobierno de Javier Milei, que había apostado a renovar parcialmente la composición de la Corte Suprema. Tras este fracaso legislativo, voceros de Balcarce 50 admitieron que no habrá nuevas propuestas de nombres para el tribunal "en el corto plazo".
Desde la administración libertaria aseguraron haber hecho "todo lo posible" para que García-Mansilla permaneciera, pero reconocieron que su renuncia era "imposible de frenar". El episodio evidencia la dificultad del oficialismo para avanzar en designaciones clave sin el respaldo político suficiente en el Congreso.
Corte Suprema con solo tres miembros: posibles consecuencias institucionales
Con la renuncia de García-Mansilla, la Corte Suprema vuelve a una conformación reducida que compromete su operatividad. En causas que requieran mayoría legal y en ausencia de algún miembro, se deberá recurrir a conjueces, un mecanismo que no reemplaza la solidez institucional de un tribunal completo.
La situación también plantea interrogantes sobre el equilibrio de poderes y el impacto de las tensiones políticas en la administración de justicia. La falta de consensos para completar la Corte genera incertidumbre jurídica en momentos en que el país atraviesa profundos debates constitucionales y reformas estructurales.