El diputado provincial Javier Galán del MID (Movimiento de Integración y Desarrollo) quedó bajo la lupa tras una grave denuncia pública realizada por Claudia Castro, quien fuera su empleada durante los últimos cinco años. 

El testimonio, difundido a través de redes sociales, expone una trama de precarización laboral, violencia verbal y arbitrariedad que contradice la imagen pública que el legislador intenta proyectar en sus plataformas digitales.

Cinco años en la informalidad

Según el relato de Castro, su desempeño en la empresa de Galán —un corralón de materiales— se dio bajo condiciones de total informalidad. "Trabajo en negro; cuando le pedía que me pusiera en blanco para tener aportes u obra social, me respondía que no estaba en condiciones", afirmó la mujer de 53 años.

La denunciante detalló jornadas laborales extenuantes de 10 horas diarias, de lunes a sábados e incluso feriados, realizando trámites personales para el legislador bajo cualquier condición climática. Por estas tareas, percibía un sueldo de $500.000, suma que Castro calificó de insuficiente frente al costo de vida actual. Ante sus reclamos por mejoras salariales, la respuesta del hoy diputado habría sido tajante: "Si no te alcanza, ya sabés lo que podés hacer".

Maltratos y contradicción política

Uno de los puntos más sensibles de la denuncia refiere al trato humano dentro del ámbito laboral. Castro describió un clima de "insultos, malos tratos y humillaciones", señalando que Galán solía amenazar a su personal con el cobro de multas ante cualquier inconveniente operativo.

"No recibí ni la mitad de lo que di, ni siquiera empatía. No encontré al mismo Javier Galán de los videos de redes sociales", expresó la afectada, marcando un fuerte contraste entre el discurso "pro-pueblo" del legislador y su accionar privado como empleador.

El fin de la relación laboral

El conflicto escaló el pasado 5 de diciembre, cuando, según Castro, Galán le pidió que se retirara sin mayores explicaciones. Al intentar reincorporarse el lunes 9 para evitar que se interprete como abandono de puesto, la mujer asegura que el diputado le impidió el ingreso colocando una cadena en el acceso de personal.

La justificación del despido, según la denunciante, fue cargada de desprecio: "Consiguió dos vagos que le cobraban dos mangos para hacer mi trabajo".