El centroderechista Rodrigo Paz Pereira, de 58 años, juró el sábado como nuevo presidente de Bolivia, marcando el inicio de una nueva etapa política en el país andino tras casi 20 años de hegemonía socialista.
La ceremonia de investidura se llevó a cabo en la Asamblea Legislativa de La Paz, con la presencia de varios mandatarios de la región: el presidente argentino Javier Milei, su par chileno Gabriel Boric, el ecuatoriano Daniel Noboa, el uruguayo Yamandú Orsi y el paraguayo Santiago Peña.
En su primer discurso, Paz Pereira aseguró que impulsará ajustes graduales para superar la crisis económica y propuso un modelo de "capitalismo para todos", orientado a incentivar la producción y la inversión, pero con equidad social. Además, adelantó que promoverá una distribución igualitaria del presupuesto nacional entre el gobierno central y las nueve regiones bolivianas, con el objetivo de fortalecer el desarrollo local.
La asunción del nuevo mandatario generó expectativa no solo en el país, sino también en zonas del norte argentino, como Catamarca, por su cercanía y vínculos comerciales y culturales con Bolivia. El cambio de rumbo político podría abrir nuevas oportunidades de intercambio y cooperación regional.
Rodrigo Paz: un perfil moderado y una gestión con desafíos
Nacido en España e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), Rodrigo Paz Pereira llegó a la presidencia representando al Partido Demócrata Cristiano (PDC). Aunque no era el favorito en las encuestas, logró imponerse en el balotaje del 19 de octubre con el 54,96% de los votos frente a Jorge "Tuto" Quiroga, referente de la derecha conservadora boliviana.
Su trayectoria incluye una extensa labor legislativa y una gestión como alcalde de Tarija, desde donde construyó una figura política vinculada al centro moderado.
Sin mayoría legislativa, Paz deberá encarar un gobierno de coalición hasta 2030. Hereda un contexto económico complejo: inflación superior al 20% anual, escasez de combustibles y alta demanda de dólares. Entre sus principales propuestas figuran una flexibilización cambiaria, la reforma de subsidios energéticos y un paquete de medidas tributarias.
El cambio de rumbo ideológico ya tuvo efectos inmediatos: el Tribunal Supremo de Justicia de Bolivia ordenó la liberación de Jeanine Áñez, tras anular la condena de diez años que pesaba sobre ella por su rol en los hechos de 2019.
En paralelo, el nuevo presidente inició contactos con organismos financieros internacionales como el BID, el FMI y la CAF, con la que selló un acuerdo por u$s 3.100 millones.
Desde Catamarca, la expectativa política y social se centra en el impacto que este nuevo escenario regional pueda tener sobre la Argentina y el futuro de las relaciones comerciales y diplomáticas con Bolivia, un país históricamente vinculado al norte argentino.