amiliares y sobrevivientes de la tragedia de República de Cromañón realizarán este martes una serie de actividades conmemorativas al cumplirse 21 años del incendio ocurrido el 30 de diciembre de 2004, que dejó un saldo de 194 personas fallecidas y al menos 1.432 heridas. A más de dos décadas de uno de los hechos más dolorosos de la historia reciente del país, el reclamo por memoria, justicia y acompañamiento a las víctimas continúa vigente.
Las actividades comenzarán a las 18 horas con una misa en la Catedral Metropolitana, según confirmó Fabiana Puebla, sobreviviente del recital de Callejeros e integrante de la agrupación Movimiento Cromañón, en diálogo con la Agencia Noticias Argentinas. El encuentro religioso será el primer momento de una jornada que reunirá a familiares, amigos y organizaciones que mantienen activo el recuerdo de las víctimas.
Luego, a partir de las 19:30, se iniciará una marcha desde Plaza de Mayo hacia el Santuario de Cromañón, ubicado en las inmediaciones de la estación Once de Septiembre y la Plaza Miserere. El acto central está previsto para las 20:30, con palabras de familiares y sobrevivientes en homenaje a quienes perdieron la vida aquella noche.
Además de los momentos de recogimiento, la jornada incluirá expresiones artísticas y musicales. En la esquina de Mitre y Ecuador, el cantante Sebas Fernández, la cantora Ferni y el grupo Vamos Negrita ofrecerán música en vivo. A su vez, la organización "No nos cuenten Cromañón" anunció la participación de otros artistas en actividades que se desarrollarán en el estadio Malvinas Argentinas, en el barrio porteño de La Paternal.
La tragedia ocurrió el 30 de diciembre de 2004, apenas dos minutos después de iniciado el recital de Callejeros. Un asistente encendió una bengala —una práctica habitual en los conciertos de la época— que impactó contra una media sombra, material plástico altamente inflamable cuya utilización estaba prohibida. El fuego se propagó de manera casi instantánea y generó una nube de humo negro y tóxico que invadió el lugar.
En el interior del boliche había más de 4.500 personas, pese a que el local estaba habilitado para 1.031, ya que figuraba como un establecimiento de baile clase C. Aunque las llamas se extinguieron rápidamente, el humo se convirtió en el principal enemigo de los asistentes, entre ellos niños, adolescentes y adultos, que desesperadamente intentaron salir del lugar en medio del caos.
Con el paso de los años, el impacto de Cromañón se extendió más allá de la noche de la tragedia. Del total de víctimas fatales, 17 personas se suicidaron tiempo después, según denunciaron los familiares, como consecuencia del abandono estatal y la falta de políticas de contención y asistencia integral para los sobrevivientes.
En el plano judicial, la causa atravesó un extenso y complejo recorrido. En 2007, los jueces Marcelo Alvero, María Cecilia Maiza y Raúl Horacio Llanos condenaron a tres integrantes de la Superintendencia de Bomberos por haber recibido coimas de empresarios vinculados al local. Un año más tarde, en agosto de 2008, solo 15 imputados llegaron al juicio oral, entre ellos Omar Chabán, gerenciador de Cromañón, y Raúl Villarreal, su colaborador directo.
En esa instancia, los integrantes de Callejeros —Patricio Fontanet, Elio Delgado, Maximiliano Djerfy, Eduardo Vázquez, Christian Torrejón y Juan Alberto Carbone— fueron absueltos. Sin embargo, en abril de 2011, la Cámara de Casación revocó esas absoluciones y consideró a la banda coorganizadora del recital, lo que derivó en un nuevo proceso judicial.
El tercer juicio, realizado en 2012, sentó en el banquillo al dueño del boliche, a un comisario, ex funcionarios y al director del Servicio de Seguridad Privada, Vicente Rizzo. Finalmente, en un cuarto juicio, fue condenado el ex inspector del Gobierno porteño Roberto Calderini, acusado de haber cobrado coimas para habilitar el local.
En el plano político, el entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, fue destituido de su cargo tras un juicio político llevado adelante en la Legislatura porteña.
A 21 años de la tragedia, Cromañón sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva y un símbolo de las consecuencias de la corrupción, la desidia estatal y la falta de controles.