Alcohol y fiestas: una experta derriba un mito histórico sobre el consumo de alcohol
En la previa de Nochebuena, una nutricionista del Hospital Universitario Austral explicó cómo actúa el alcohol en el organismo, órgano por órgano, y aseguró que la evidencia científica actual contradice la idea de que beber moderadamente —incluso vino— tenga beneficios para la salud.

Brindis que se encadenan, sobremesas que se extienden hasta la madrugada y encuentros familiares o sociales que se multiplican. Durante las celebraciones de fin de año, el consumo de alcohol suele aumentar de manera significativa. Sin embargo, mientras el clima festivo invita a celebrar, el organismo pone en marcha una serie de reacciones que muchas veces pasan inadvertidas y que pueden tener consecuencias inmediatas y acumulativas sobre la salud.

En la antesala de la Nochebuena, una especialista decidió correr el velo sobre esos efectos y advertir, sin rodeos, sobre los daños que provoca el alcohol en el cuerpo humano. Lejos de limitarse a un mensaje preventivo general, la profesional realizó un recorrido minucioso por los distintos órganos y sistemas afectados y aprovechó la ocasión para derribar un mito histórico que aún persiste: la supuesta idea de que una copa de vino puede resultar beneficiosa para la salud.

¿Qué ocurre realmente en el organismo cuando se bebe alcohol? ¿Cuáles son los efectos inmediatos y cuáles los que se acumulan con el paso del tiempo? Para responder a estos interrogantes, Evelyn Álvarez, licenciada en Nutrición del Hospital Universitario Austral, compartió evidencia médica actualizada y fue contundente: "No existe un nivel de consumo de alcohol que pueda considerarse seguro".

Desde el punto de vista químico, el alcohol es etanol, una molécula pequeña y altamente soluble que se absorbe con facilidad. "Esa característica le permite atravesar sin dificultad todas las membranas celulares, incluso la barrera hematoencefálica que protege al cerebro", explicó Álvarez. A esto se suma que, durante su metabolismo en el hígado, el etanol se transforma en acetaldehído, una sustancia altamente tóxica y con potencial cancerígeno.

El recorrido del alcohol por el organismo comienza casi desde el primer sorbo. En cuestión de minutos, pasa a la sangre y se distribuye por distintos órganos de manera simultánea. Algunos efectos se manifiestan de inmediato, mientras que otros se consolidan con el consumo repetido a lo largo de los años.

En el sistema nervioso central, el alcohol actúa como un depresor. "A los diez minutos ya puede llegar al cerebro y enlentece la comunicación entre las neuronas", detalló la especialista. Esa interferencia explica la desinhibición, la euforia leve, la disminución de reflejos y la dificultad para concentrarse. A mayor ingesta, aparecen la pérdida de coordinación, el desequilibrio, la visión borrosa y, en casos extremos, la confusión, los apagones de memoria o el coma etílico.

El hígado es uno de los órganos más comprometidos. Allí se metaboliza la mayor parte del alcohol ingerido, pero las enzimas encargadas de ese proceso pueden saturarse ante concentraciones elevadas. "Con el tiempo, ese esfuerzo sostenido puede derivar en esteatosis hepática, hepatitis alcohólica o cirrosis", advirtió Álvarez. El estómago y el aparato digestivo tampoco quedan al margen: el alcohol irrita la mucosa gástrica y favorece la gastritis.

El impacto se extiende al sistema cardiovascular, con aumento de la presión arterial y mayor riesgo de arritmias y enfermedades cardíacas. También afecta al sistema inmune, debilitando la respuesta frente a infecciones, incluso con consumos bajos. A largo plazo, el consumo sostenido se asocia a un mayor riesgo de cáncer de boca, esófago, hígado, mama y colon, además de trastornos cognitivos, problemas de salud mental y alteraciones del sueño.

La especialista aclaró que los efectos no son iguales en todas las personas. Factores como el sexo, la edad, el peso, la genética, la alimentación y el uso de medicamentos influyen en la respuesta del organismo. En las mujeres, por ejemplo, el alcohol suele generar efectos más intensos debido a una menor actividad de las enzimas que lo metabolizan.

Respecto del mito de la copa de vino diaria, Álvarez fue categórica: "Esa creencia se basó en estudios antiguos que hoy están superados. La evidencia más reciente demuestra que cualquier posible beneficio no compensa los riesgos". En línea con esta postura, la Organización Mundial de la Salud desaconseja el consumo de alcohol en cualquiera de sus formas.

De cara a las Fiestas, la recomendación es clara: no asociar el alcohol con la relajación o el bienestar. "Cada copa cuenta. El daño puede parecer pequeño al principio, pero el riesgo se acumula con el tiempo. El cuerpo siempre se beneficia más cuando no se bebe", concluyó la nutricionista.