Durante la tarde del jueves, la localidad de Piedra Blanca celebró el 4º aniversario de la Beatificación de Fray Mamerto Esquiú. El encuentro se desarrolló en el marco del Año Jubilar de la Esperanza y en preparación hacia el Bicentenario de su natalicio, previsto para 2026.
Las actividades comenzaron con la llegada de la imagen de la Virgen del Valle, proveniente del Santuario y Catedral Basílica de la Capital, y del Señor de los Milagros, trasladado desde el Santuario de La Tercena. Tras el rezo del Santo Rosario, se realizó una procesión por la plaza central con la participación de autoridades eclesiásticas y civiles, miembros de la Policía y de la Escuela de Cadetes, agrupaciones gauchas, peregrinos y fieles.
La celebración culminó con la Santa Misa en el atrio del histórico templo de San José, presidida por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanč, y concelebrada por sacerdotes de distintas parroquias de la provincia. Entre los presentes estuvieron la intendenta de Fray Mamerto Esquiú, Alejandra Benavídez, integrantes del Concejo Deliberante y el rector de la Universidad Nacional de Catamarca, Oscar Arellano.
"Un verdadero mensajero de Jesucristo"
En su homilía, monseñor Urbanc destacó el legado espiritual y social de Esquiú: "El Beato Mamerto Esquiú fue un verdadero mensajero de Jesucristo en el siglo XIX, un tiempo conflictivo, como lo es también nuestro presente. Supo mantener a Cristo en el centro de su vida y de su servicio, incluso en la política, sin dejarse arrastrar por intereses mezquinos".
El Obispo subrayó que la figura del fraile franciscano sigue siendo una guía para la actualidad: "La fraternidad y la caridad, virtudes que Esquiú vivió en su tiempo, son también desafíos de nuestro presente. El Evangelio es nuestra brújula, la que puede transformar la realidad si lo vivimos con fe y constancia". Resaltó luego que "hay que tener un corazón como el de Dios, humilde, sencillo, que nos lo mostró Jesús, y así podemos transformar la sociedad. Cuántos contemporáneos de Esquiú hubo en Catamarca que hoy nadie los recuerda, y tenían mucho más poder, más dinero y más influencia. Sin embargo, nadie los conoce ni los recuerdan, y a este humilde hombre se lo recuerda hoy, elijamos ese camino".
Una reliquia como signo de fe
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue la presentación en el altar de una reliquia de primer grado del Beato, donada por el Arzobispado de Córdoba y resguardada en un relicario confeccionado por un artesano local.
Tras la bendición final, el párroco Carlos Robledo agradeció la participación de las autoridades y de toda la comunidad en las actividades organizadas en honor al fraile catamarqueño. La jornada concluyó con la interpretación de la canción de la Beatificación a cargo del Coro Cantus Nova.