Romántica, sensual y provocativa. Así se entiende a la zamba, esta danza típica que retrata el momento del encuentro entre dos almas, que mezcla pañuelos y miradas y que ha sido musa de muchos artistas que dieron vida a grandes letras como Zamba para no olvidar, Zamba para no morir, Zamba de mi esperanza, La Catamarqueña, Mujer y Amiga, entre tantas otras.
Si bien el Día Nacional de la Zamba se estableció oficialmente el 29 de septiembre en homenaje al natalicio de uno de los padres del folklore, Gustavo Cuchi Leguizamón, tradicionalmente se la sigue recordando cada 7 de abril, porque ser la fecha en que se inscribe en SADAIC la primera zamba argentina. De aquí la disputa entre santiagueños y tucumanos por atribuirse este primer registro. De todas maneras, hay dos en la Sociedad Argentina de Autores e Intérpretes, una de Andrés Chazarreta en 1916 (Santiago del Estero) y otra de Gómez Carrillo en 1911 (Tucumán).
En la danza, la coreografía combina tres figuras: el arresto, la media vuelta y la vuelta entera. Dentro de la zamba existen varias modalidades como, por ejemplo, la "zamba carpera" que se distingue por ser un ritmo más ligero y porque en su música sobresale el bandoneón.
Con fecha "oficial" y "no oficial", la zamba es celebrada cada día, bailada y cantada a lo largo y ancho del país, porque es parte esencial del folklore popular y está en el ADN del argentino.
Para homenajearla, desde Cultura de la provincia, nos dejan a los campeones nacionales de la zamba 2023, los catamarqueños Gabriela Cano y Pablo Segobia, para que nos deleiten.