En muchas casas es común ver un pequeño plato con sal en la puerta, aunque pocas veces se pregunta por su significado. Para el Feng Shui, esta tradición tiene un rol claro: ayudar a armonizar la energía que ingresa al hogar, actuando como barrera simbólica frente a cargas emocionales que pueden afectar el ambiente interno.
En esta filosofía oriental, la entrada es el punto donde se encuentra el interior con el exterior, y por eso se la considera clave para el flujo del Chi, la energía vital que regula el estado del espacio y de quienes lo habitan.
El sentido del ritual y su simbolismo
Más que una superstición aislada, esta práctica forma parte de rituales adoptados en diversas culturas, especialmente asiáticas. La sal marina es vista como un aliado que ayuda a absorber energía densa y a promover una sensación de liviandad, sobre todo en días agitados o momentos de cambio. Su presencia cerca del umbral busca depurar lo que puede entorpecer el equilibrio emocional, sin reemplazar el orden físico del hogar, pero acompañando con una intención clara de protección y armonía.
Según los practicantes, la puerta funciona como un corredor simbólico que puede cargarse con lo que entra y con lo que queda en el espacio. En ese sentido, la sal actúa como filtro, permitiendo que el Chi fluya de manera más libre y evitando la acumulación de energías pesadas que desequilibran el clima emocional de la casa.

Cómo se utiliza y qué efectos se le atribuyen
El uso es sencillo. La recomendación habitual es colocar sal gruesa o marina, considerada más efectiva en términos de limpieza energética. Puede ubicarse en un pequeño recipiente o disimulada detrás de una maceta, siempre sin bloquear el paso ni recargar visualmente el ambiente. Lo importante es que el gesto se realice con intención de renovación, manteniendo la entrada despejada y libre de objetos que corten el flujo.
Tras uno o dos días, se sugiere retirar la sal y desecharla lejos del hogar, como forma simbólica de soltar lo que pudo "absorber" durante su permanencia. En los lugares donde esta práctica está más difundida, se afirma que este ciclo contribuye a recuperar claridad mental y estabilidad cuando hay tensión o agotamiento acumulado.
Una costumbre sencilla que perdura
La sal también se utiliza al estrenar una vivienda o un comercio, como señal de buenos comienzos y de resguardo frente a la energía que pudiera estancar los primeros días del nuevo espacio. En algunos hogares incluso se coloca un pequeño puñado en la alacena para acompañar procesos de prosperidad. Eso sí, cada renovación requiere sal nueva, porque la anterior ya cumplió su función.
Este ritual, lejos de pretender milagros, se mantiene por su simpleza y valor simbólico. No modifica la rutina ni exige grandes acciones, pero recuerda algo esencial del Feng Shui: así como las personas necesitan descanso y limpieza emocional, cada casa también precisa filtros que protejan su equilibrio interno.