"El amor siempre es más fuerte", un libro dedicado a las familias que conviven con la adicción
La laica misionera María Jimena Herrera presentó su libro en el Salón Calchaquí de la manzana franciscana. La obra propone un abordaje humano, espiritual y familiar de las adicciones, y destinará lo recaudado a instituciones de acompañamiento comunitario.

En un clima de cercanía, reflexión y fuerte contenido humano, durante la noche del lunes 15 de diciembre se llevó a cabo la presentación del libro "El amor siempre es más fuerte. Para familias que conviven con la adicción", autoría de la laica misionera María Jimena Herrera. El encuentro tuvo lugar en el Salón Calchaquí de la manzana franciscana y reunió a familiares, amigos, vecinos y referentes sociales y pastorales que acompañan desde hace años el trabajo comunitario de la autora.

Herrera cuenta con una trayectoria de más de 25 años de servicio y acompañamiento a personas en situación de vulnerabilidad, especialmente en el oratorio Divino Niño Jesús, ubicado en el barrio Villa Eumelia, donde desarrolla una tarea sostenida junto a familias atravesadas por el consumo problemático y otras problemáticas sociales.

El acto se desarrolló en un ambiente ameno y emotivo, y contó con la presencia de la doctora Miriam Lourdes Urioste, secretaria del Juzgado de Familia y colaboradora del oratorio del barrio del sur capitalino, quien ofreció unas palabras de apertura. En su intervención, destacó el valor del libro como una herramienta de contención y esperanza: "Esta obra les va a dar muchas fuerzas a quienes la lean, porque es un eco hacia la sociedad de una problemática tan grande como es la adicción, abordada desde una mirada centrada en la familia", expresó.

 

Entre los asistentes se encontraban familiares, amigos y vecinos de Villa Eumelia —a quienes la autora define como su familia—, integrantes del Hogar de Cristo y del Oratorio Divino Niño Jesús, catequistas, misioneros y fieles de la parroquia San José Obrero, donde actualmente se desarrollan los coloquios de la Comunidad Cenáculo.

Al tomar la palabra, Jimena Herrera agradeció la presencia de todos los asistentes y destacó el valor del acompañamiento comunitario. "Los rostros que hoy están aquí me transmiten tranquilidad, porque son rostros que acompañan, que agradecen. Todo lo bueno viene de Dios", señaló con emoción.

Durante su intervención, hizo referencia a los símbolos presentes en la escenografía, entre ellos una imagen de Jesús y otra de la Virgen del Valle. "Este cuadro refleja a Jesús, el Buen Samaritano, que nos enseña cómo encontrarnos con cada hermano herido por las adicciones", explicó.

Herrera también subrayó la importancia del lugar y la fecha elegidos para la presentación, vinculándolos a su historia personal y familiar. Recordó que sus padres se casaron en la iglesia San Francisco hace casi 60 años, que allí nació su hermano un 15 de diciembre y que ese mismo espacio fue testigo de momentos fundantes de su vida. En ese marco, compartió una anécdota íntima al mencionar que la lapicera con la que firmó los ejemplares fue un regalo de su hermana, quien siempre confió en su misión y en el llamado que sentía de Dios.

"El enfoque del libro es la familia", explicó, y destacó la figura de San Francisco como modelo de cercanía con los más pobres, junto con referentes como la Madre Teresa de Calcuta. "Son ejemplos de un amor que cobija, que libera y que se anima a ir mar adentro", afirmó.

Al referirse al momento elegido para la presentación, sostuvo que la cercanía de las fiestas de Navidad y Año Nuevo no fue casual. "Es un tiempo de gracia para sanar vínculos, recuperar abrazos y decirnos cuánto nos queremos, no con mensajes, sino cara a cara, de corazón a corazón. Esos vínculos son los que muchos jóvenes necesitan fortalecer", remarcó.

Trabajar en red y desde la familia

En otro tramo de su exposición, Herrera se refirió a la salud mental y a la necesidad de un abordaje integral. "Necesitamos trabajar en red, con la ciencia, la espiritualidad y la familia. Es la familia la que pone límites, la que valora, la que cobija, el lugar al que siempre se puede volver para ser auténticos", expresó.

Asimismo, evocó experiencias vividas a lo largo de sus 25 años de misión, reconociendo que no siempre los resultados fueron los esperados. "Hemos tenido muchas pérdidas, muchas luchas. Yo misma peleé en otro campo y hoy no puedo creer estar aquí, compartiendo desde el corazón. Eso fue posible porque puse mi esperanza en Aquel que nunca nos abandona", afirmó.

También recordó con gratitud al padre Raúl Contreras, con quien trabajó en el Hogar de Cristo, y al padre Antonio Bulacio, impulsor de la Comunidad Cenáculo en Catamarca, ambos ya fallecidos.

Tras responder preguntas del público, la autora recibió el saludo y las felicitaciones de los presentes y firmó ejemplares con dedicatorias personales. Se destacó, además, el carácter solidario de la obra: lo recaudado a voluntad será destinado a instituciones como el Hogar de Cristo y la Comunidad Cenáculo, que trabajan en el acompañamiento de personas atravesadas por la adicción.