La preocupación global por el Alzheimer crece al ritmo del envejecimiento poblacional, pero la ciencia continúa aportando evidencia para mitigar su impacto. Un nuevo estudio publicado el 4 de noviembre de 2025 en la revista Nature Medicine ofrece una señal de esperanza: la aparición de los síntomas de esta enfermedad neurodegenerativa podría retrasarse activamente gracias a una actividad simple y accesible para la mayoría de las personas: caminar.
Los investigadores de Australia, Canadá y Estados Unidos observaron durante 14 años a un grupo de casi 300 adultos mayores con alto riesgo de desarrollar Alzheimer, debido a que presentaban niveles elevados de proteínas Tau y Beta-amiloide en el cerebro, marcadores biológicos estrechamente asociados con la enfermedad. Aunque ninguno mostraba síntomas clínicos al inicio del estudio, el equipo buscaba comprender si la actividad física, incluso en niveles moderados, podía influir en la evolución del deterioro cognitivo.
Actividad física
A pesar de que la inactividad física ya es reconocida como un factor de riesgo modificable para el Alzheimer, hasta ahora no se había logrado precisar su impacto concreto sobre la progresión de la enfermedad. Este vacío dificultaba el diseño de estrategias de prevención basadas en ejercicio. La nueva investigación vino a cubrir parte de esa laguna.
Los científicos comprobaron que las personas que caminaban menos de 3.000 pasos por día y tenían altos niveles de Beta-amiloide en el cerebro sufrían un deterioro cognitivo notablemente más rápido. En cambio, quienes alcanzaban entre 5.000 y 7.500 pasos diarios mostraron un retraso promedio de siete años en el desgaste cognitivo y en la pérdida de funcionalidad para realizar tareas cotidianas.
El beneficio también se observó en quienes caminaban entre 3.000 y 5.000 pasos al día, aunque en menor magnitud: en estos casos, el deterioro se retrasó en promedio tres años. Los autores del estudio explicaron que el ejercicio moderado contribuye a frenar la acumulación de proteína Tau, uno de los factores que aceleran el avance de la enfermedad.
"Cada paso cuenta"
El neurólogo Jasmeer Chhatwal, del Mass General Brigham y uno de los responsables del trabajo, subrayó la relevancia del hallazgo. "Nuestro estudio demuestra que aumentar el número de pasos, aunque sea ligeramente, puede ayudar a ralentizar la progresión del Alzheimer en personas con alto riesgo", afirmó.
Chhatwal también destacó que los resultados podrían iluminar por qué algunas personas con predisposición biológica al Alzheimer se deterioran más rápidamente que otras, incluso cuando tienen perfiles similares.
Para obtener estas conclusiones, los investigadores realizaron mediciones periódicas de los niveles de proteínas mediante Tomografía por Emisión de Positrones (PET) y registraron la actividad física de los participantes con podómetros de cintura, lo que permitió evaluar su comportamiento de forma precisa y sostenida a lo largo del tiempo.
Proyecciones y futuro de la investigación
La neuróloga Wai-Ying Wendy Yau, integrante del mismo consorcio médico, reforzó la importancia de promover el ejercicio como herramienta preventiva. "Cada paso cuenta. Incluso un incremento pequeño en la actividad física mejora la salud cerebral y cognitiva. Mantenerse activo es una forma concreta de proteger el cerebro", señaló.
Los autores esperan que estos resultados sirvan de base para futuros ensayos clínicos que evalúen intervenciones basadas en ejercicio, con el objetivo de frenar o ralentizar el deterioro cognitivo en la vejez. En un contexto donde aún no existe cura para el Alzheimer, la evidencia sugiere que acciones sencillas, sostenidas en el tiempo y accesibles para la población general pueden marcar una diferencia sustancial.