En la noche del domingo, último día de la novena en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, las familias ofrecieron su tradicional homenaje a la Virgen, en una celebración que reunió a diversos espacios pastorales y movimientos eclesiales de Catamarca. Participaron la Pastoral Familiar, el Movimiento Familiar Cristiano, Grávida, Renacer y la agrupación Familiares de Víctimas de Accidentes de Tránsito Catamarca (Faviatca), en una jornada atravesada por la fe, el testimonio y la acción comunitaria.
La Santa Misa fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanč, y concelebrada por el padre Marcelo Amaya, asesor de la Pastoral Familiar; el padre Ramón Carabajal, capellán del Santuario Catedral; y el padre Alexis Rosales, administrador de la parroquia Santa Rosa de Lima, de la localidad riojana de Patquía. Numerosos fieles acompañaron la celebración, en un clima de recogimiento y devoción mariana.

Al iniciar su homilía, monseñor Urbanč agradeció especialmente "la disponibilidad de los catamarqueños para acoger a muchos peregrinos que hoy, a pesar de las inclemencias del tiempo, han estado llegando a Catamarca", destacando el espíritu solidario y hospitalario de la comunidad en el marco de una de las manifestaciones religiosas más importantes de la provincia.
Luego, el Obispo se refirió al lema de la jornada, centrado en "Jesucristo, la Palabra anunciada por los profetas", subrayando que fue Él quien elevó la unión entre el varón y la mujer a la dignidad de sacramento. En ese sentido, afirmó que el matrimonio cristiano confiere a la familia la misión de ser "iglesia doméstica", un espacio donde se vive y se transmite la fe a través del amor cotidiano, el compromiso y la entrega mutua.
En su reflexión, recomendó la lectura y el estudio del reciente documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, titulado Una caro, que aborda el valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia recíproca. Según señaló, este texto resulta una herramienta valiosa para que matrimonios y familias puedan profundizar y valorar aún más la realidad que ya viven. "La expresión 'una sola carne' no limita la libertad personal, sino que la lleva a su plenitud, porque implica la decisión profunda de pertenecer el uno al otro y de caminar juntos hasta el final de la vida", explicó.
Monseñor Urbanč también destacó uno de los ejes centrales de la nota doctrinal: la caridad conyugal. Remarcó que el matrimonio no puede comprenderse sin hablar del amor, entendido desde la perspectiva cristiana como una vocación a vivir la caridad plena, ese amor que "todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta", como enseña san Pablo. En ese marco, afirmó: "La gracia propia del sacramento del Matrimonio tiene por objeto perfeccionar el amor de los esposos", un amor sobrenatural que es don de Dios, se cultiva en la oración y se fortalece en la vida sacramental.
Al reflexionar sobre las lecturas proclamadas, el Obispo señaló que el mensaje de este domingo ofrece una base sólida para comprender la dimensión sagrada y sacramental del matrimonio y la familia, e invitó a los fieles a redescubrir el valor espiritual de la vida familiar en medio de los desafíos actuales.

Más adelante, al aludir al tiempo litúrgico del Adviento, monseñor Urbanč explicó que este período invita a una conversión profunda, entendida como un cambio existencial. "Se nos pide revisar nuestras actitudes ante el presente y el futuro definitivo, ordenar nuestra escala de valores y distinguir entre lo esencial y lo secundario", afirmó, recordando que, para Jesús, lo verdaderamente importante son las obras realizadas con amor.
Hacia el final de su predicación, el Obispo elevó una sentida oración a la Virgen del Valle, confiándole los matrimonios y las familias de la Patria. Pidió que los hogares sean lugares luminosos y sagrados, donde no falten el pan, el diálogo, la unidad, la alegría, la esperanza y el perdón sincero. Imploró también la protección para los hijos, nietos y bisnietos, y la sabiduría necesaria para educarlos en la fe y el bien.
Durante el ofertorio, los alumbrantes acercaron las ofrendas y los dones del pan y del vino para la mesa eucarística. Ya hacia el final de la celebración, monseñor Urbanč bendijo ajuares para bebés y, junto a toda la comunidad, renovó la consagración a la Virgen con el canto, cerrando una noche cargada de emoción, fe y compromiso familiar.