Otra vez, la devoción se impuso sobre las adversidades. Norberto Chaile, el peregrino de 66 años que año tras año viaja desde el norte del país para honrar a la Virgen del Valle, volvió a llegar a la Catedral Basílica este jueves en un recorrido marcado por la fe, el sacrificio y una historia que conmueve a todos los que lo cruzan.
Nacido en la ciudad salteña de General Güemes, Norberto reside desde hace años en Jujuy. Hace 16 años decidió emprender por primera vez una peregrinación a Catamarca para cumplir con una promesa que había postergado durante mucho tiempo. Su hijo, nacido de manera prematura y con serias complicaciones que hacían temer por su vida, logró recuperarse contra todo pronóstico. Desde entonces, la promesa quedó sellada: año tras año, Norberto caminaría —o rodaría— hacia los pies de la Virgen del Valle para agradecer por ese milagro.
En sus primeras peregrinaciones, Norberto llegaba en bicicleta. Pero la diabetes avanzó y le provocó la pérdida de uno de sus pies, obligándolo a cambiar radicalmente la forma en que cumpliría su promesa. Desde hace dos años, el trayecto final hacia la Madre Morena lo realiza en silla de ruedas. "No pensé que iba a poder seguir, pero cuando uno tiene fe, avanza", suele repetir.
El recorrido se sostiene con un esquema que él mismo fue ajustando con el paso del tiempo: realiza parte del viaje en colectivo hasta llegar al límite de Catamarca y, desde ese punto, continúa por sus propios medios. Ya en la silla, sobre la banquina de la Ruta 38, empuja con fuerza cada metro del camino que lo acerca a la Catedral. El cansancio, el calor y las limitaciones físicas no lo detienen.
Este año, la travesía tuvo un condimento aún más difícil. Antes de iniciar el viaje, Norberto fue víctima de un robo que lo dejó sin documentos, sin sus ahorros y en un estado de vulnerabilidad que, sumado a su condición de salud, puso en riesgo sus planes. Sin embargo, otra vez la solidaridad anónima operó como sostén. Personas que conocieron su historia colaboraron para que pudiera comprar medicamentos, afrontar traslados y, sobre todo, no abandonar su promesa. Un protector incluso pagó el pasaje de colectivo que lo depositó en el ingreso a la provincia.
La Ruta 38 volvió a convertirse en escenario de encuentros emotivos y gestos espontáneos. Vecinos, automovilistas y peregrinos que ya lo reconocen de años anteriores se detuvieron para saludarlo, ofrecerle agua o simplemente acompañarlo unos metros. Entre ellos, un peregrino tucumano que lo encontró en La Merced decidió caminar a su lado. Desde ese momento y hasta llegar al Paseo de la Fe no se apartó de él, convirtiéndose en un apoyo indispensable.
La llegada a la Catedral Basílica fue uno de los momentos más conmovedores de la jornada. Norberto insistió en subir por sus propios medios las escalinatas, a pesar del esfuerzo que representaba. Cuando finalmente quedó frente a la imagen de la Virgen del Valle, el hombre que había resistido kilómetros de ruta, pérdidas materiales y problemas de salud, rompió en llanto. A su alrededor, decenas de personas se emocionaron con él.
Conmovido, dejó un mensaje que resume su espíritu y su historia: "No perder la fe. Siempre me pasan cosas malas, pero nunca dejo de agradecer y pedirle ayuda a la Virgen". Su testimonio, sencillo y profundo, resonó entre quienes presenciaron la escena y también entre quienes siguieron su travesía por redes y medios locales.
Una vez más, Norberto cumplió su promesa. Y su paso, lento pero firme, vuelve a recordarle a todo Catamarca la fuerza transformadora de la devoción.