En el barrio popular El Caribe, en Mar del Plata, la llegada del invierno solía ser una pesadilla para Yenifer y su hija Valeska. "Era como una muñeca rusa, llena de capas, incluso dentro de casa", recuerda. La falta de gas y el uso de braseros o estufas eléctricas, además de ineficaces, ponían en riesgo la seguridad de toda la familia. Hoy, gracias a una estufa social construida por un proyecto conjunto entre el Conicet, la Universidad Nacional de Mar del Plata, organizaciones civiles y vecinos, su realidad cambió.
Desde 2020, el equipo liderado por el ingeniero e investigador Jeremías Ispizua fabrica unas 80 estufas por año, diseñadas para ser seguras, eficientes y accesibles. A la fecha, ya colocaron cerca de 550 en barrios del sur de la ciudad. La más reciente versión, la "estufa 2025 B", también llamada "la peque", no solo calefacciona con leña, sino que permite cocinar y reduce los riesgos domésticos asociados a métodos precarios de calefacción.
Cada unidad cuesta $220.000 con instalación incluida y es fabricada con materiales durables y tecnología desarrollada específicamente para viviendas de alta vulnerabilidad. El proyecto también busca impulsar la economía local, generando empleo para herreros, albañiles y fleteros del propio barrio.
La iniciativa tiene raíces solidarias que se remontan a 2018, cuando estudiantes del Instituto Industrial Pablo Tavelli diseñaron un modelo base y publicaron sus planos. Cáritas fue una de las primeras instituciones en replicarlo y en 2020 se sumó el equipo de Ispizua, ampliando la escala de producción con el apoyo de la Fundación Soporte.

"Las familias colaboran con la instalación y, si pueden, hacen un aporte económico. Pero lo más importante es que participan y se empoderan", explica Ispizua. "Cada salamandra que colocamos es un punto de encuentro y una herramienta para transformar realidades".
Vidas en riesgo por el frío y la falta de gas
En barrios como El Caribe, donde viven unas 200 familias, las condiciones climáticas son más extremas. La mayoría no tiene acceso a gas natural y depende de la leña, braseros o estufas eléctricas que implican riesgos constantes. En julio del año pasado, una familia vecina sufrió un incendio tras dejar un brasero encendido: sus dos hijas fueron internadas con quemaduras graves.
Según el Observatorio de Barrios Populares, más de 5 millones de personas en Argentina viven en asentamientos sin conexión a redes de gas. En el 38% de esos hogares, la leña es el principal método para calefaccionar.
"Cuando hay tantos chicos que pasan frío, uno se pregunta por qué el Estado no impulsa políticas que potencien estas iniciativas", señala Ispizua. "Ese frío que todos sentimos hace unos días por el corte de gas, en los barrios populares se sufre todos los días".