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La obesidad acelera hasta un 95% la progresión del Alzheimer, según estudios recientes

Nuevas investigaciones muestran que la obesidad incrementa de forma acelerada los biomarcadores sanguíneos vinculados al Alzheimer, incluso antes de que las tomografías PET detecten cambios estructurales. El seguimiento de 407 voluntarios durante cinco años reveló un impacto significativo en la evolución de la enfermedad.

11 Diciembre de 2025 08.31

Un conjunto de investigaciones recientes aportó evidencia contundente sobre la relación entre la obesidad y la progresión acelerada de la enfermedad de Alzheimer. Según un estudio presentado por la Radiological Society of North America (RSNA), las personas con obesidad muestran un incremento mucho más rápido en los biomarcadores sanguíneos asociados a esta patología en comparación con quienes no presentan exceso de peso. De acuerdo con el trabajo, los niveles de estos indicadores aumentan hasta un 95% más rápido, lo que sugiere un vínculo profundo entre ambas condiciones.

El doctor Cyrus Raji, autor principal del estudio y director del Neuroimaging Labs Research Center del Mallinckrodt Institute of Radiology de la Washington University School of Medicine, remarcó que esta es la primera investigación en demostrar la relación entre obesidad y enfermedad de Alzheimer utilizando exclusivamente biomarcadores sanguíneos. Hasta ahora, muchos diagnósticos dependían principalmente de imágenes cerebrales, en particular tomografías por emisión de positrones (PET), que permiten detectar la acumulación de proteína beta-amiloide, uno de los rasgos distintivos de la enfermedad.

El estudio utilizó datos de 407 voluntarios pertenecientes a la Alzheimer's Disease Neuroimaging Initiative, un programa de investigación que durante cinco años recopiló tomografías PET y muestras de sangre de sus participantes. Los investigadores analizaron en el plasma diferentes biomarcadores claves en el desarrollo de la enfermedad, entre ellos la proteína pTau217, utilizada tanto para el diagnóstico como para el monitoreo clínico, y la cadena ligera de neurofilamento (NfL), asociada al daño neuronal. También se incluyó la evaluación de la proteína GFAP, presente en los astrocitos, células que desempeñan un rol fundamental en la protección y sostén de las neuronas.

Los resultados iniciales del análisis revelaron un hallazgo inesperado: al comienzo del estudio, un índice de masa corporal (IMC) más elevado se asociaba a niveles más bajos de biomarcadores en sangre y a una menor carga de amiloide en el cerebro. El doctor Soheil Mohammadi, coautor del trabajo, explicó que esta aparente contradicción podría deberse al fenómeno de dilución, ya que las personas con obesidad suelen tener un mayor volumen sanguíneo. Esto puede generar una falsa impresión de menor presencia de patología, cuando en realidad el daño podría estar avanzando de manera silenciosa. Para aclarar esta dinámica, los investigadores subrayaron la importancia de contar con datos longitudinales, que permitan observar la evolución real a lo largo del tiempo.

Y precisamente esos datos longitudinales revelaron que, a medida que pasaban los años, los participantes con obesidad mostraron una acumulación más acelerada de patología vinculada al Alzheimer, tanto en los biomarcadores sanguíneos como en las imágenes obtenidas por PET. En ese sentido, los niveles de pTau217 aumentaron entre un 29% y un 95%, mientras que la NfL registró un incremento del 24% y la carga de amiloide creció un 3,7% en comparación con las personas sin obesidad.

El doctor Raji destacó que los análisis de sangre mostraron una mayor sensibilidad para detectar el impacto de la obesidad que las tomografías PET, lo cual abre nuevas posibilidades para diagnósticos más tempranos y accesibles. Por su parte, Mohammadi señaló que estos hallazgos tienen profundas implicancias clínicas, ya que refuerzan la necesidad de evaluar la obesidad como un factor de riesgo modificable dentro del abordaje integral del Alzheimer. El informe 2024 de la Lancet Commission ya había identificado 14 factores de riesgo que representan casi el 45% de los casos de esta enfermedad y que podrían reducirse mediante intervenciones preventivas.

Finalmente, Raji anticipó que en los próximos años se utilizarán de manera combinada las mediciones repetidas de biomarcadores en sangre y las imágenes cerebrales para evaluar nuevas estrategias terapéuticas, especialmente aquellas vinculadas a medicamentos antiamiloides y tratamientos para la obesidad. "Es un momento fascinante para la ciencia", afirmó, destacando la posibilidad de estudiar cómo los tratamientos para la pérdida de peso podrían influir en la evolución del Alzheimer.