La vida actual de Julieta Rossi, la novia de Fernando Báez Sosa: ¿porqué no está en el documental?
La joven se mantuvo al margen del juicio y tampoco participó del documental de Netflix 50 segundos. Su entorno explica que revivir lo ocurrido le provoca un profundo dolor. A cinco años del crimen que conmovió al país, encontró en la danza una forma de reconstruirse.

Desde el estreno de 50 segundos, la serie documental de Netflix sobre el crimen de Fernando Báez Sosa, una de las preguntas más recurrentes entre el público fue la ausencia de Julieta Rossi, la joven que era novia del estudiante de 18 años cuando fue asesinado en la puerta del boliche Le Brique, en Villa Gesell, el 18 de enero de 2020. Su voz no aparece en la producción, al igual que tampoco formó parte del juicio que culminó con la condena de los ocho rugbiers implicados. Su decisión, lejos de ser casual, responde a un proceso personal marcado por el dolor y la necesidad de reconstrucción.

Julieta mantuvo un rol muy cercano a la familia Báez Sosa en los días posteriores al crimen. Los acompañó en marchas, pidió justicia públicamente y se sostuvo junto a ellos en el momento más difícil. Sin embargo, con el paso del tiempo, la joven decidió tomar distancia del caso y replegarse en su vida privada. La propia Graciela Sosa, madre de Fernando, reveló años después que la joven dejó de visitarlos. "Le trae muchos recuerdos. Perdió al amor de su vida y está tratando de recomponerse como pueda", expresó la mujer, en un gesto de comprensión hacia la necesidad de Julieta de preservarse emocionalmente.

Su ausencia en el juicio también generó interrogantes. Fue su padre, Oscar Rossi, quien ofreció una explicación cuando declaró durante el proceso: "Emocionalmente no está preparada para enfrentar el juicio, ni tampoco todo lo que vivió". Las palabras del hombre reflejan el impacto que la tragedia tuvo sobre su hija, quien estuvo presente la noche en que Fernando fue atacado por el grupo de rugbiers y vivió en primera persona el terror de aquellos minutos que marcaron un antes y un después en su vida.

La decisión de mantenerse al margen del documental de Netflix sigue esa misma línea. Aunque los realizadores habían contemplado incluir su testimonio, Julieta optó por no participar. La producción, que repasa los hechos, el juicio y las implicancias sociales del crimen, incluye voces clave del caso, pero respeta la voluntad de quienes, como ella, prefirieron no reabrir heridas que aún duelen.

A cinco años del hecho que conmovió al país, Julieta Rossi encontró un camino propio para atravesar el duelo y rearmar su vida. Desde hace tiempo se dedica de lleno a la danza, disciplina que —según sus propias palabras en distintas publicaciones— se convirtió en su forma de sanar. "El baile es mi forma de sanar", repitió en más de una oportunidad. Su vida profesional creció de manera sostenida y hoy es profesora de ritmos urbanos, especializándose en reggaeton, urbano y femme style.

Su presencia en redes sociales refleja ese recorrido: acumula más de 383 mil seguidores en Instagram, donde comparte coreografías, clases, proyectos artísticos y contenidos vinculados al mundo de la danza. Allí también se la ve rodeada de colegas, alumnas y amigos, en un entorno creativo que se transformó en un sostén emocional y laboral.

Julieta Rossi

Aunque mantiene un perfil reservado respecto al caso Báez Sosa, su crecimiento profesional evidencia otra faceta de su reconstrucción. Lejos de los medios y del escrutinio público, Julieta eligió un camino en silencio, enfocada en su bienestar emocional y en la actividad que la ayuda a recuperar equilibrio y sentido.

La ausencia de su voz en el documental y en el juicio no responde a indiferencia, sino a una decisión íntima: preservarse para poder seguir adelante. Su historia, al igual que la del propio Fernando, continúa despertando sensibilidad y empatía en gran parte de la sociedad, que encuentra en ella el reflejo del impacto humano que tuvo un crimen que marcó a todo el país.