La historia de María José, la joven de 24 años que gracias al empresario Javier Galán expone con crudeza la combinación de vulnerabilidad social, ausencia estatal e inseguridad cotidiana, fue víctima de la inseguridad. Mientras cuidaba a su madre internada en un sanatorio de Capital, delincuentes ingresaron a su vivienda y se llevaron las donaciones, ropa y zapatillas.
La situación de la joven se conoció días atrás luego de que se hiciera pública su historia a través de sus redes sociales, evidenciando de esta manera que la pobreza está más que presente en la provincia. Según relató, la mujer se encuentra al cuidado de su madre enferma y postrada, así como de su hermano, quien enfrenta una situación crítica debido a las adicciones.
El caso generó repercusiones divididas. Mientras algunos criticaron a Galán por una supuesta utilización política de la situación, otros señalaron la falta de respuestas concretas por parte de los organismos gubernamentales, especialmente en áreas clave como salud, asistencia social y adicciones.
En medio de este contexto, se produjo un hecho que volvió a poner en evidencia la precariedad que atraviesa la familia: mientras María José acompañaba a su madre en el hospital, delincuentes aprovecharon la ausencia en el domicilio para ingresar a plena luz del día y robar distintos objetos, entre ellos zapatillas y donaciones que habían sido entregadas por vecinos solidarios.
Pese a que la comunidad catamarqueña volvió a mostrar su compromiso y empatía con la joven, el nuevo episodio reavivó la indignación por la situación de desamparo que viven muchas familias en contextos similares, y la falta de respuestas integrales por parte del Estado.